Vienen cambios profundos en la industria de los fondos
Creo que no me equivoco al señalar que la década pasada terminó con un balance favorable para el mercado de valores dominicano. Así lo confirma el aumento de los volúmenes emitidos y transados y de la cantidad de nuevos inversionistas, pero de manera especial el surgimiento y crecimiento de nuevas alternativas de inversión y financiación en el país.
Las actualizaciones regulatorias impulsadas por la Superintendencia del Mercado de Valores y el tesón e iniciativa de algunos dominicanos que apostaron su capital a la creación de mecanismos de inversión colectiva, como por ejemplo los fondos de inversión, han valido para que podamos ver el año 2020 como la entrada a una nueva década del mercado. Por supuesto, no me refiero literalmente a la década que marca el calendario, sino a que iniciamos este 2020 con las bases necesarias para ver cambios y desarrollos sin precedentes en nuestro mercado en los próximos 10 años.
Desde que llegué al país en el año 2013, públicamente he señalado que esperaba poder constatar la existencia de un mercado activo de fondos de inversión y al menos de algunas emisiones de titularización y de acciones.
Los fondos de inversión y sus administradores (las AFI) hasta el momento han ratificado mi estimación y desde su inicio al fin de 2019 presentaron un crecimiento promedio anualizado del 74.8 %. Gracias a la confianza de casi 20,000 inversionistas y a los resultados entregados, los 45 fondos que operan en el mercado administran un monto equivalente al 1.5% del PIB del país y se consolidan en importantes alternativas de inversión. Lo más relevante es que constantemente han venido transfiriendo recursos a diversas actividades productivas del país permitiendo que los inversionistas gocen de diversificación y diversos beneficios mientras sus recursos impulsan el crecimiento económico de la República Dominicana.
Estoy convencido de que en esta década, con el acompañamiento y empeño del gobierno y sus autoridades, podremos ver la consolidación de esta industria que no para de innovar y en la que pronto tendremos más tipos de fondos de inversión, incluyendo aquellos que sin olvidar su propósito de generar beneficios financieros se focalizan en aportes sociales y ambientales, tales como los que financian infraestructura, educación, salud y actividades e industrias comprometidas con procesos que protegen nuestra riqueza natural o cultural. En esta década debemos continuar recortando distancia con nuestros pares latinoamericanos que exhiben un monto administrado en fondos de inversión que promedia el 9.2 % de su respectivo PIB.
El mercado de valores tal y como lo conocemos continuará su transformación y en la medida que logremos que los empresarios, los inversionistas y el gobierno, entiendan y experimenten los beneficios de estos productos del mercado de valores, no tendremos que limitarnos a las emisiones de deuda sino que cada vez veremos más transacciones de financiación a través de fondos de inversión, de titularizaciones, de fideicomisos de oferta pública y, espero no equivocarme, de acciones cotizadas en bolsa.
Por: Santiago Sicard, Presidente Ejecutivo de Adosafi