“Si tú eres Zara, yo soy Donna Karan”: la moda baila a ritmo del trap
“Tengo un rosario de Christian Dior, 1.000 euros en Armani y 2.000 en Hugo Boss”. “Si tú eres Zara yo soy Donna Karan”. “Tenemos de Gucci, tiramos de Prada”. “Yo no soy Chanel, vivo porque curro, si gasto billetes no será en Loewe”. María tiene quince años y estas son las estrofas que canta las noches del fin de semana. Aunque ella todavía no pueda vestir de Gucci ni de Dior, sí calza unas Nike y lleva una camiseta Champion, otras de las marcas que visten sus ídolos del trap.
Este estilo musical, liderado en España por cantantes como C. Tangana, Los Santos o Yung Beef, ha construido una estética urbana que ha dado una nueva vida a marcas como Kappa, Fila o Champion. Y con Rosalía como maniquí, la artista más mainstream vinculada a este movimiento, han vuelto a pisar las calles.
Principios de los 2000. Atlanta (Estados Unidos). Al calor del hip hop, el rap callejero y la música dance, en los suburbios de la ciudad norteamericana empezó a emerger un nuevo derivado musical que pronto se convertiría en nuevo estilo y con el objetivo de marcar la diferencia con los géneros anteriores.
Se cantaba y componía en los lugares donde se intercambiaba droga: las trap houses (casa de la trampa en inglés), de donde deriva su nombre. Lírica violenta, estética oscura y triste, abuso del auto-tune y sintetizadores son algunos de los elementos que usaban Three 6 Mafia, UGK, Outkast o Goodie Mob en los primeros años de este género musical.
Pero el trap no se quedó aislado en su tribu urbana, sino que nombres como Kanye West, Jay-Z o Rick Ross produjeron éxitos que pronto convertirían a este género en mainstream. Y con él, la estética barriobajera, underground y choni se ha popularizado hasta entrar en las colecciones de los grandes grupos de moda del sector, creando un nuevo derivado de la moda. Y, de paso, brindando una oportunidad a las marcas para capitalizar este fenómeno.
Para artistas como C. Tangana, Bad Gyal, Yung Mare, La Zowi o Muévelo Reina, la moda forma parte de la construcción de su personaje. “Gran parte de su éxito es porque se han dado cuenta de que lo importante es la estética, antes que la actitud”, señala el diseñador y estilista Pablo López, que ha trabajado con artistas como C. Tangana.
Igual que su música, la estética del trap bebe del rap y del reggeton y de otros conceptos urbanos. “Todo cantante de trap se inspira al vestir en los raperos que ha visto de pequeño”, afirma Mare. Crop tops y sudaderas, bisutería y botas de caña alta, leopardo y pieles sintéticas son algunos de los componentes de la estética trapera.
Además del vestuario, en la estética trap también se incluye una forma concreta de maquillarse, llamativo y con cejas muy marcadas. Las uñas, además, tienen mucha importancia en la estética trapera. Se llevan largas y muy decoradas, símbolo de estatus ya que con ellas es imposible trabajar manualmente, como ha reivindicado en varias ocasiones la artista Bad Gyal.
La nueva corriente estética impulsada por el trap ha hecho renacer marcas clásicas como Fila, Kappa o Champion, en su momento los últimos prescriptores de moda urbana, y que no salían de los armarios desde la década de los noventa. “Lo que sigue moviendo a la sociedad es la nostalgia y quien sabe jugar con esto es ganador”, apunta López sobre el boom de las marcas clásicas. Dickies, Joma, Umbro, Supra o DC son algunas de las marcas que viven una segunda adolescencia de la mano del trap.
“Me gusta tanto Nike que hasta llevo el logo tatuado”, señala el artista Yung Mare, del grupo Pawn Gang. El cantante afirma que mezcla conceptos de la calle y se basa en otros estilos musicales como el metal, el punk, o la estética japonesa.
El lujo también se mueve a ritmo de trap
El trap, además de en sus letras, ha incluido al lujo en su propuesta estética y ha finalizado el camino que inició el rap: bajarlo a la calle. Diseñadores como Alessandro Michele o Denma Gvasalia son los que han apostado por subir la moda urbana a las pasarelas. En ese sentido, empresas como Balenciaga o Gucci han sabido incorporar esta estética a sus propuestas con el objetivo de capitalizar el fenómeno, mientras otras como Off White han nacido para ello. Riccardo Tisci, antes de llegar a Burberry, fue uno de los precursores de esta estética. El diseñador trabajó junto al rapero Jay Z como director creativo de varios de sus videoclips.
Los cantantes de este fenómeno combinan dos corrientes estéticas: la de calle y la aspiracionalidad, una cuestión de demostrar. “Éramos gente de la calle, que no teníamos nada y ahora lo tenemos todo, y queremos que la gente lo sepa”, señala Mare. “Tu cinturón y tus zapatos tienen que decir quién eres”, resalta López.
Y una vez han llegado a la cima, no se bajan de ella. Las colaboraciones entre artistas y marcas de lujo se renuevan día a día. Yung Beef, líder del grupo Los Santos, ha sido imagen de campaña de Calvin Klein y ha desfilado para Maria Ke Fisherman o Hood by Air, y ha llegado a abrir su propia tienda, ubicada en el barrio de Lavapiés de Madrid.
J. Balvin, otro artista de la corriente de la moda urbana, ha sido imagen de la semana de la moda de Nueva York. Bad Gyal, por su parte, ha protagonizado una imagen de campaña para Nike. La artista, además, explica en sus letras que “si salimos a bailar todas nos vestimos bien”.
“Si tú eres Zara, yo soy Donna Karan”. La gran distribución y el lujo se suben a la ola de esta nueva moda urbana para atraer al consumidor más joven. Está por ver si cuando lleguen maayores y tengan dinero, seguirán queriendo vestirse como Young Beef.