Omnicanalidad: ID, el monstruo del tracking digital que se va a comer las «galletas»
Corría el año 1994 cuando aparecieron las famosas cookies en nuestra vida. Y no, no nos referimos a esas que con tanta ansia comía el monstruo azul de Barrio Sésamo, sino a esas otras cuyo cometido a lo largo de las últimas dos décadas ha sido rastrear al usuario en el mundo digital.
Aunque hasta ahora han cumplido más o menos su cometido, es hora de decirles adiós. Y es que, si el Seat Ibiza es cosa del pasado, si Forrest Gump le recuerda a su tierna juventud (de la que ya ha llovido mucho) y considera que la primera PlayStation que salió al mercado está demodé, ¿por qué seguimos dudando de la obsolescencia de las cookies cuando tienen la misma edad que todas estas reliquias?
Pero su obsolescencia no tiene tanto que ver con la edad como con su incapacidad para cubrir las nuevas necesidades del mundo digital. Iván Montoto, acency & brand partnership director de Zeotap, señala en FOA Barcelona 2019 las razones: las cookies no trackean personas, trackean navegadores; tienen una duración limitada, se produce duplicidad de los usuarios por fragmentación y no funcionan en móvil, un auténtico pecado en tiempos del mobile first.
Precisamente la revolución mobile ha sido la culpable de la defenestración de las galletas más famosas de internet. Y es que han traído consigo una nueva forma, más útil, de trackear a los usuarios, el ID.
Adiós cookies, hola ID
Entre sus ventajas encontramos que solo hay uno por dispositivo; que es (casi) permanente; que obtiene mejor los intereses de los usuarios o que facilita contextos OOH.
Precisamente la revolución mobile ha sido la culpable de la defenestración de las galletas más famosas de internet. Y es que han traído consigo una nueva forma, más útil, de trackear a los usuarios, el ID.
“Ya no hablamos de smartphones, PC’s o tablets, sino de muchos más dispositivos como smartwatches o incluso altavoces”, señala el ponente.
Entre sus ventajas encontramos que solo hay uno por dispositivo; que es (casi) permanente; que obtiene mejor los intereses de los usuarios o que facilita contextos OOH.
Es por ello que las apps cobran especial relevancia. El 90% del tiempo que pasamos navegando en nuestros smartphones lo hacemos a través en apps, un rastro que habla del usuario, que define quién es y van cambiando al mismo ritmo que lo hace la vida del usuario.
“En un momento en el que conviven las cookies y los ID’s, el gran reto es romper los silos y conectar la data en todos los entornos», afirma Montoto y, en este sentido, «la tecnología tiene que ser un facilitador”.