“Me encanta tu comida, te respeto y amo este restaurante, pero odio la música”
Es lo que un famoso compositor japonés espetó al dueño del establecimiento en el que solía comer muy a menudo. Para remediarlo tuvo una idea brillante…
Ryuichi Sakamoto es una figura reconocida en el ámbito musical internacional y cliente habitual de Kajitsu, un restaurante de comida japonesa de Nueva York que utiliza ingredientes exclusivamente vegetarianos y cuya decoración procura mantener la sobriedad propia del zen.
Todo parecía encantar a Ryuichi, salvo la música, un factor al que a menudo no se le da mucha importancia, pero que puede ser crucial a la hora de hacer que los clientes disfruten de una experiencia de 10. En su caso, no se trataba de un problema de volumen ni de ruido, sino más bien de una desconexión absoluta entre espacio y sonido que le impedía disfrutar de la estancia.
Como solución, Sakamoto se ofreció a componer una playlist para el restaurante, de forma totalmente gratuita y sin incluir ninguna de sus canciones. Una playlist que marinara con la luz, los olores, el ambiente y la comida del restaurante. Se comprometió además a renovarla con cada cambio de estación del año. Todo ello con el objetivo de que cada comensal saliese del local con un estado emocional mucho más equilibrado.
La historia de Ryichi no deja de ser una curiosa anécdota que demuestra que a la hora de vender todo cuenta. Puesto que una mala elección puede convertir tu establecimiento favorito, en el peor establecimiento del mundo.
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