¿Es rentable para todos pasar del crecimiento al desarrollo?

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Indudablemente, la economía dominicana ha crecido en los primeros quince años de este siglo. Nuestro producto interno bruto es tres veces mayor a la riqueza que estábamos produciendo al inicio del milenio. Sin embargo, no podemos decir que en términos reales nuestro nivel de desarrollo se asemeje al referido crecimiento.

Por el contrario, nuestro ritmo de desarrollo ha estado por debajo de la dinámica de crecimiento. Esto debido a una plétora de escollos de carácter institucional, entre los cuales cabe mencionar el sistema clientelar que predomina a nivel gubernamental, la estructura oligopólica en sectores importantes y el relativamente bajo nivel educacional en una porción de la fuerza laboral.

Es preciso resaltar la diferencia fundamental entre crecimiento y desarrollo. Por un lado, el crecimiento se mide sobre la base de indicadores cuantitativos que dejan de lado factores cualitativos. El PIB es el indicador de mayor importancia en esta medición. Su fórmula comprende la suma del consumo (C), inversión (I), gasto gubernamental (G) y exportaciones netas (NX) de un país en determinado año fiscal.  Según esta fórmula, la economía de un país crece si el resultado de las variables (C + I + G + NX) aumenta.

«La ficción del crecimiento a toda costa ha tenido como consecuencia la concentración de la riqueza. Es necesario dinamizar las ganancias para fortalecer la productividad»

Es fácil determinar cómo esta fórmula no se traduce en desarrollo. Consideremos el gasto gubernamental. Este puede aumentar sobre la base de un incremento de la deuda pública y no necesariamente como resultado de un crecimiento orgánico en el nivel de recaudaciones fiscales. Dado el hecho de que, tomando como punto de partida el 2000, a la fecha el Gobierno dominicano ha quintuplicado la deuda pública, el crecimiento que ha experimentado nuestra economía se ha debido, en parte, al aumento en el gasto público. En 2016, el presupuesto fue de RD$663,558 millones, al tiempo que las recaudaciones fueron de RD$484,589.5 millones.

Esto generó un déficit fiscal de RD$178,968.5 millones, lo que equivale a un 27% del presupuesto. ¿Cómo se financió ese déficit? Con deuda. ¿Cómo se reflejó ese déficit en el crecimiento? Positivamente, porque aumentó el nivel de gasto gubernamental y esa es la variable que toma en consideración la fórmula que calcula el PIB.

Un incremento en el nivel de desarrollo se mide a través de indicadores tanto cualitativos como cuantitativos. En ese sentido, el índice de desarrollo humano (IDH) busca darle un carácter tridimensional a la valoración del bienestar económico.

Dicho eso, en 2017 República Dominicana ocupaba la posición número 99 de los 188 países evaluados por la Organización de las Naciones Unidas en el IDH. Ese mismo año, el país ocupó la posición número 69 de 191 países en lo que respecta al PIB. Juzgando a partir de esas posiciones, República Dominicana está mucho mejor parada en términos de crecimiento. Sin embargo, en lo que atañe a nuestro desarrollo estamos en una posición peligrosa.

¿Cómo podemos mejorar? Si nuestro pueblo desea encauzar el crecimiento hacia el desarrollo, tenemos que hacerle frente a la cultura política clientelista. Por otro lado, debemos evitar dejarnos confundir con métricas elegantes que reflejan un crecimiento de apariencia que disfraza la esencia del problema.

Finalmente, el crecimiento es una condición necesaria para el desarrollo, pero no es suficiente. Por consiguiente, tanto el sector público como el privado deben fomentar el desarrollo.

Por: Jonathan D' Oleo

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