¿Qué hago si mi vecino me roba la luz? Relato de un fraude eléctrico

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La factura eléctrica es un costo relevante para el presupuesto familiar de la clase media. Si aspiras a tener aire acondicionado, calentador eléctrico, secadora de ropa y un ‘home theater’ con un televisor de 72 pulgadas, en un apartamento de cinco habitantes, tal vez el servicio energético será algo alto.

Esa era la aspiración de un vecino mío que se mudó en el primer piso del edificio donde vivo con mi esposa; solamente que esa “gran vida” quería dársela a mi costa, y lo hizo, por al menos dos meses.

El gobierno reconoce que el 35 % de la energía servida por las empresas distribuidoras de electricidad, o Edes, nunca se cobra. En parte, nuestros cables y transformadores son de los años 1970, a eso le llaman “pérdidas técnicas”; por otro lado, gente sin escrúpulos se aprovecha del desorden existente por medio de conexiones ilegales, a eso le llaman “pérdidas no técnicas”.

Sin embargo, no se visibiliza el fraude que un vecino comete contra otro que tiene su consumo eléctrico en regla, ni tampoco se reconoce a menudo el costo de más que paga por una factura abultada ni los daños técnicos que una conexión irregular externa causa al afectado.

Si eres ese afectado te tengo malas noticias: estás solo. Ahora bien, también te tengo buenas noticias: puedes seguir algunos pasos de mucha diligencia para defenderte del abuso de alguien que vive cerca de ti.

El doble de lo que pago

La primera alarma, como es normal, es la factura. Al ver que el monto y el consumo de kilovatios/hora estaban duplicados, fui hacia la empresa distribuidora de electricidad que me toca. Una ejecutiva de atención al cliente registró el reclamo y declaró que habría una respuesta a más tardar en 10 días laborables.

Pasó todo el mes, con la factura y el consumo duplicados. Esta vez hablé con el supervisor de ese centro de atención y me prometió que un supervisor técnico me llamaría para visitar mi residencial. Nadie llamó.

 Ese no es mi contador

El desaire de mi empresa distribuidora de electricidad coincidió con la segunda alarma: se averió una línea de 110 voltios dejó a la mitad de mi apartamento a oscuras. Al ir con el electricista donde el panel de mi contador, me di cuenta de que continuaba marcando consumo, pese a que había desconectado los ‘breakers’, esa fue la tercera alarma, que el contador cuya numeración coincidía con mi factura, no medía mi consumo eléctrico solamente.

La odisea de las Edes

Entonces necesitaba saber si el panel donde estaba mi contador me correspondía y con cuál vecino se había producido el cruce del consumo. Dado que mi Ede me ignoró, visité una instancia de protección al consumidor, pero me pedían “una respuesta impresa de mi Ede”. Bien, fui a mi Ede, pero “la impresora estaba dañada”, así que no podían imprimirme la constancia que necesitaba para apelar al “protector de los usuarios”.

Por eso tuve que apelar a relacionados para que una brigada de la Ede fuera al panel correspondiente del residencial, comprobara que mi contador estaba ubicado en un panel distinto y que el vecino del primer nivel también se quedaba sin electricidad cuando desmontaban mi contador del panel.

Una vez hicieron ese buen servicio (tengo que admitir que llegaron lejos), me dijeron que la conexión tenía que ser “interna”, es decir, dentro del edificio o dentro del residencial, pero que tenía que contratar a un electricista privado, con mi propio presupuesto, para hacer esa pesquisa.

Las entrañas del residencial

Al descartar que la conexión fraudulenta se haya hecho dentro del edificio, solo quedó abrir los registros eléctricos del residencial, ubicados bajo tierra y cubiertos con concreto, cemento y varilla.

Abiertos los registros a fuerza de mandarrias, mi hábil electricista encontró, luego de dos horas de pruebas, el cable soterrado que me correspondía a mí, junto con el cableado intruso responsable por la caída de una de mis líneas de 110 voltios y por la duplicación de mi factura.

Cuando ese cable delictuoso fue cortado, el responsable de la conexión se despertó de sus sueños de aire acondicionado y ahorro energético.

¿Denunciar o no denunciar?

Cada paso fue grabado en vídeo. El vecino, haciéndose el inocente, me pasó hasta su contacto. Tengo testigos y cuento con la afirmación por escrito del administrador del residencial. ¿Es hora de denunciar? Puede ser, aunque entiendo que muchas personas se conforman solo con la desconexión, para evitar el deterioro del ambiente de la vecindad. ¿Denunciar o no denunciar? Ese es un dilema.

Instagram: @cguisarre

¿Sabes cuáles son las C de los negocios?

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Por: Carlos Arturo Guisarre

@cguisarre

Te graduaste. Quizás no consigues el trabajo de tus sueños, no quieres cumplir con un horario de oficina o no quieres trabajar con tus padres. Entonces se te ocurre que quieres emprender.

Tal vez es el mito de Silicon Valley con el que crecimos en los 1990. Posiblemente te has creído todo eso del apoyo a las pymes o quieres imitar a los nuevos héroes o heroínas que “desde abajo” iniciaron rentables negocios que ahora les facilitan ingresos para viajar y tiempo para ir al gimnasio. Desde ahora te digo que si quieres emprender, cosa buena deseas, pero infórmate, este artículo es una gota de agua en el océano de la literatura sobre emprendimiento.

Desde mi punto de vista, los negocios se sustentan sobre tres C: conocimiento, capital y contactos. Expliquemos estas tres variables a partir de mis empresas preferidas, las reposterías.

El conocimiento

Saber lo que estás haciendo, cómo se hace. En la repostería, por ejemplo, tener conocimiento consiste en dominar las recetas de los bizcochos, entender cómo se hace un buen café y contar con buenas estrategias de servicio al cliente.

Otro ejemplo, en un fondo de inversión el conocimiento tiene que ver con conocer las leyes, entender las reglas fiscales y tener buen ojo para identificar una buena inversión.

La universidad es una fábrica, en teoría, de gente con conocimiento que las empresas emplean puesto que necesitan ese ingrediente para llevar a cabo el negocio. Si colocas un parque eólico, debes contratar profesionales que entiendan la energía basada en el viento.

El capital

La repostería necesita maquinaria para la fabricación de sus productos, ya sea hornos, sartenes, ollas, mezcladoras, batidoras, en fin, lo necesario para hacer repostería. También vas a necesitar una cantidad de dinero por adelantado para comprar harina, azúcar y otros ingredientes. Eso es capital, lo que se utiliza para convertir el conocimiento y el trabajo en productos.

Si quieres, por otro lado, fundar una empresa de transporte de pasajeros, los capitales más obvios que puedes emplear son los autobuses.

Los contactos

Siguiendo con la repostería, necesitas saber a quién comprarle la harina, quién te puede reparar el horno y a qué suplidor pedirle el gas con menor precio. También te vendría bien tener una lista de colmados a las cuales colocarles bizcochos o empresas que contratan mesas de dulce por encargos. Sería útil de igual manera conocer wedding planners que contratan tortas de tres pisos. Esos son los contactos.

Al menos dos

En mi opinión, debes empezar un negocio cuando cuentes con al menos dos de tras tres Cs que explicamos aquí, porque si no, no podrás insertarte en el mercado de dependerás mucho de otras personas que te puedan colaborar en un momento dado.

Si tienes conocimientos y capital, puedes comprar los contactos. Si tienes capital y contactos, puedes contratar el conocimiento. Si tienes contactos y conocimiento, puedes ir a un banco o buscarte un inversionista que coloque el capital. Pero no contar con al menos dos de estas variables te hace un emprendedor vulnerable.

Es lo que no te dicen en esas charlas de motivación, pero para eso tienes el Weekend Money. Emprende con valentía, pero con consciencia.

¡Que no te vean la cara de tonto! Técnicas para identificar estafas financieras

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Por: Carlos Arturo Guisarre

@cguisarre

La más común de las estafas financieras es el esquema piramidal o Ponzi, en honor a Carlos Ponzi, un italo-estadounidense que en los años 1920 engañaba a sus víctimas de una manera muy particular.

Carlitos el bambino convencía a quienes combinaban avaricia y estupidez de que si invierte en sus “instrumentos” le devolvería una mayor cantidad de dinero, y más rápido, que las entidades financieras tradicionales y reguladas.

Los primeros que “invierten” reciben su dinero con los intereses prometidos. Entonces allí comienza a difundirse la voz de la nueva fórmula mágica para ser rico, lo que emociona a los que tienen mucho de ambiciosos y poco de matemáticos.

El estafador piramidal sabe muy bien cuando retirarse. Justo al momento en el que ya han caído suficientes tontos, perdón, víctimas, el bambino se desaparecía sin dejar rastros, dejando a sus “inversionistas” enganchados, furiosos y con las manos en la cabeza.

De ningún modo quisiera que nunca te pase esto a ti ni a ninguno de los tuyos. Sé que eres inteligente, pero quizás a tu alrededor haya personas vulnerables de caer o que ya han sido engañados por vivos que quieren lujos a costa del esfuerzo de otros. A ellos les puedes dar estos cinco consejos para que eviten caer en las redes de Ponzi.

  1. Entidades reguladas.

Los Estados, como el dominicano, tienen supervisores financieros. Por ejemplo, la Superintendencia de Bancos mira sobre los ojos de los bancos y la Superintendencia del Mercado de Valores vigila día a día (según su ley) a puestos de bolsa, fondos de inversión, entre otros.

Nadie que trabaje con dinero ajeno anda por la libre haciendo lo que quiera, tiene que rendir cuentas y dejarse supervisar por organismos estatales. No hagan negocios, inversiones, ahorros, o lo que sea, con personas o empresas que no estén reguladas, puesto que nadie les puede asegurar que están haciendo las cosas bien y no hay luego a quién reclamarle.

  1. Rechaza el misterio.

Después de la confianza, la transparencia es el mandatorio de mayor relevancia para las altas finanzas. ¿De dónde sale el dinero con el que invierten? ¿En qué invierten? ¿Quiénes son los principales cabecillas del puesto de china? Si esas respuestas se envuelven en misterio, sal corriendo.

  1. Demasiado bueno para ser cierto.

La banca paga quizás un 6 % anual, el fondo de inversión paga un 12 %, pero Pepito el del barrio para un 25 %. ¿No crees que hay algo extraño? No dejes de que tus ansias de ganar dinero te dominen, en finanzas como en la vida, las cosas buenas cuestan tiempo, dinero, energía e intelecto.

  1. La regla de los 30 segundos.

No solo aplica para el Ponzi, sino para cualquier tipo de negocio. Un plan empresarial debe ser explicado en 30 segundos. Imagina un sector complicado como el seguro, se explica fácil:

Los usuarios compran una póliza por una fracción microscópica de las pérdidas que quieren cubrir, el asegurador anticipa que solo a una mínima parte de sus usuarios habrá que cubrirle las pérdidas, por lo que el resto de las pólizas pasa a ser ganancia y reservas para invertir, lo que trae más ganancias.

Toma poco tiempo explicarlo, porque el seguro es un negocio legítimo. ¿Me puedes explicar en 30 segundos lo que te han propuesto últimamente?

  1. La prueba del tiempo.

No es casual que las entidades financieras comuniquen con énfasis que tienen tiempo en el mercado. Dijo Abraham Lincoln que puedes engañar a todos por algún tiempo o a algunos todo el tiempo, pero que no puedes engañar a todo el mundo todo el tiempo.

Si Pepito el del barrio no está regulado, se cubre de misterio, te ofrece el cielo, te da clases de física nuclear cuando explica su negocio y encima empezó ayer, caes en la red porque quieres.

No te dejes engañar y feliz fin de semana.

¿Vale la pena endeudarse por un vehículo, es mejor nuevo o usado?

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Por: Carlos Arturo Guisarre

Ante las autoridades monetarias y financieras, los préstamos para vehículos están clasificados como créditos al consumo. Es lógico, puesto que la ‘yipeta’ de traslado familiar no tiene el mismo potencial financiero que una casa o una maquinaria para coser zapatos, pero creo que todos estaríamos de acuerdo en que no es lo mismo pedir prestado para un carro que para un viaje a Corea del Sur (y miren que es bonito Corea del Sur).

Considero radicales a quienes aconsejan comprar carro sin ningún tipo de deuda. Es cierto que estos “bienes muebles” se deprecian justo con el primer rayo de sol, pero la comodidad y bienestar que provee un medio de transporte propio, en mi opinión, amerita una excepción a la regla de solo endeudarnos por activos. Del mismo lado, quien ha probado el transporte público de Santo Domingo difícilmente considere un lujo ser dueño de un vehículo.

Entonces, a la pregunta de si vale la pena adquirir una deuda por un vehículo, mi respuesta es sí. Sin embargo, no vayas tan rápido por la autopista de los financiamientos al 11 % anual y dealers con un merchandising cada vez más elegante, conversemos primero.

Elige el vehículo que puedas pagar y mantener. Cuidado con el criterio de querer impresionar a los amigos o al vecino. En muchos lados el carro es un símbolo de status, el primer elemento que comunica nuestra posición socio-económica y el único para algunas personas. Por esto ante facilidades de financiamiento quizás nos montemos en esa ‘yipeta’ cuyo consumo de gasolina no podemos mantener, sin entender que el juego de neumáticos vale el doble que los de un sedán.

El préstamo no lo es todo. Junto con la mensualidad bancaria viene la exigencia de mantener un seguro de pérdida total o seguro ‘full’. También, si compraste un cero kilómetros, el concesionario solo te garantiza la compra si te comprometes a cumplir con un programa de mantenimiento y chequeos. Debes saber cuánto te cuesta, antes de montarte.

Menos tiempo, menos riesgo. A mayor tiempo del préstamo, mayor margen tiene la entidad financiera para subir la tasa. También los seguros ‘full’ aumentan su precio con el tiempo. Ahorra tanto para el inicial de modo que te endeudes menos, como después de adquirido el vehículo para que pagues más rápido.

Seguimos. ¿Es mejor nuevo o usado?

El vehículo nuevo tiene sus ventajas. Está garantizado, elemento muy importante ante el riesgo de que compres “gato por liebre”. El cero kilómetros en teoría va menos al taller y tiene menos probabilidades de dejarte tirado en la Autopista Duarte, a la altura de Villa Altagracia, a las 11:30 de la noche. Igualmente, los seguros tienen mejores pólizas. Sin embargo se deprecia de inmediato en relación a la “inversión inicial” y paga más de placa y marbete. Sin contar con que es hijo del concesionario hasta el final de la garantía y, dependiendo de la marca, más allá.

El usado, como de cuatro o cinco años, cuesta mucho menos, por lo que desde un punto de vista contable, con la amortización, pagas menos al año por la misma facilidad de moverte. No obstante, las tasas de préstamos son más altas, cuenta con mayores riesgos mecánicos y recibe menor benevolencia de los aseguradores. Debes verificar, con esta información, qué te conviene más.

Si tienes carro, conduce con libertad, pero respetando las leyes de tránsito.

Armando paredes financieras: maneras de adquirir tu casa

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Por Carlos Arturo Guisarre

¿Me preguntan si la casa o el apartamento es un activo? Esa cuestión se genera a partir del libro “Padre Rico, Padre Pobre”, de Robert Kiyosaki. Al plantear que “lo único que se necesita para ser rico es conocer la diferencia entre un pasivo o y un activo, y dedicarse a adquirir activos”, este autor best-seller establece que “la casa no es un activo, sino un pasivo, porque saca dinero de tus bolsillos”.

No quiero entrar en contradicción con una de las autoridades de mayor renombre en el área de las finanzas personales. Sin embargo, para los dominicanos, poseer una casa propia debería ser una prioridad económica impostergable. Nuestro sistema de seguridad social aún en desarrollo hace que el dicho “es triste la vejez sin casa” sea una realidad. Carecer de un techo en la tercera edad puede desencadenar situaciones penosas.

Si eres de clase media, la vía más probable para ti sea un préstamo hipotecario, antes de considerarlo, toma en cuenta estos consejos:

1) Verifica si calificas de manera individual o en pareja. ¿Sus ingresos suman al menos RD$70,000? ¿Tienen deudas? ¿Han podido ver sus scores de crédito, es decir, lo que los bancos observan de ustedes?

2) Ahorrar el inicial. La disciplina del ahorro es fundamental, sobre todo cuando los ingresos son medianos. En la medida en la que el inicial aumenta, hay una mejor necesidad de crédito hipotecario. 

3) Lo que vas a comprar. Elegir el inmueble es fundamental. Debe adecuarse a un equilibrio entre las necesidades, deseos y posibilidades económicas de la familia. 

4) La tasa fija genera certidumbre. Una de las preocupaciones de mayor relevancia consiste en que las cuotas mensuales de la hipoteca suban sobre la base de las fluctuaciones de la tasa de interés. Pactar una tasa fija por un período prolongado, algunas entidades ofrecen 15 años sin cambios, le permite a las familias planificar su presupuesto con estabilidad. De acuerdo con mi opinión, es mejor 14 % fijo a 15 años, que 11 % fijo a dos años.

5) Consulta sobre los gastos de cierre y los pagos de seguros. No solo el préstamo, capital + intereses, sino también partidas mensuales por pólizas que cubren riesgos de vida y propiedad. El impacto de la carga aseguradora puede ser hasta de un 20 %, así que consulte, no necesariamente para evadirlos o reducirlos, porque los seguros son necesarios, sino para que esté informado y listo. Los gastos legales de cierre, al finalizar la hipoteca, también hay que cuestionarlos.

Pero, ¿es necesario tomar un préstamo hipotecario? No necesariamente. Hay un camino más largo que también es efectivo y satisfactorio a largo plazo. Compra un terreno, diseña la casa de tus sueños y ‘block a block’ edifícala. Es lento, requiere de que tengas al menos el ABC de la construcción y te expones al alza de los materiales ferreteros, mas tiene como resultado lo mismo: la casa que necesitas.

Volvemos al principio. ¿Tu casa no es un activo? Pregúntale al que no tiene donde vivir. En este fin de semana alza la vista, mira al techo y da gracias.

Créeme, tu cuenta de streaming no es una necesidad

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La clase media, donde entran las familias con ingreso medio (nada relacionado con abolengo social), a veces pierden de vista la línea que separa a las verdaderas necesidades de los lujos. Ante esa miopía de consumo, ese inconveniente de visión lo paga nuestro presupuesto que es el que termina estrellándose con todo.

Repasemos. Una necesidad se compone de elementos sin los cuales queda alterado el equilibrio de la vida y la persona. ¿Qué ocurriría si dejamos de comer, si nos echan de nuestra casa o nos roban toda la ropa? Por cuanto esto traería problemas, nos queda claro que necesitamos comida, techo y vestimenta.

Un lujo es aquello que sobrepasa nuestras necesidades, pero que tiene la facultad de mejorar nuestra sensación de bienestar o comodidad. ¿Necesitamos vivir en un pethouse, vestir de diseñador o comer en un restaurante con vista a la Torre Eiffel? Aunque necesitamos una casa, vestido y comida, el 99 % de la sociedad dominicana podría estar de acuerdo en que no necesitamos ir a París para saciar el hambre.

Ahora bien, las complicaciones están en los puntos medios. Quizás no vives en un penthouse, pero pudieras conseguir un departamento que paga RD$5,000 menos de renta, porque donde vives actualmente hay una habitación que no necesitas. Tal vez, si eres hombre, no te hacen falta ocho pares de zapatos. Si ya saliste a cenar ayer a aquel lugar de moda, de pronto puede ser un exceso financiero ir al lugar nuevo que viste en Instagram.

¿Más detalles? Si tu situación financiera es estrecha, tienes que elegir entre Netflix y Youtube Premium, o ver si quieres quedarte con tu cuenta de HBO Go o con la HuLu, porque si encima pagas por tu Spotify, la próxima serie de terror que verás será tu tarjeta de crédito cobrándote intereses.

El vehículo es otro objeto de culto que la clase media ha convertido en necesidad. ¿Necesita la familia dos vehículos en casa? Si los acreedores están tocando a la puerta, esa pregunta incómoda debe servirse con la ensalada.

Todos sabemos cuando la crisis va a llegar a nuestra casa: (1) cuando llega el estado de la tarjeta de crédito y no podemos pagarlo de inmediato, (2) cuando llega octubre aún debemos la inscripción de los muchachos en el colegio, (3) cuando visitamos el supermercado y la respiración se interrumpe ligeramente cuando estamos en la fila de la caja, (4) todas las anteriores, (5) otras de igual o peor calibre.

Cuando eso ocurre, el primer paso es separar los lujos de las necesidades y cortar los lujos por un tiempo, hasta que la sensación de control de las finanzas vuelve a nuestro pecho y a nuestro bolsillo.

¿Son buenos los lujos? Maravillosos, sobre todo cuando podemos pagarlos. Sí, tu cuenta de televisión por streaming también es un lujo, aprovecha este fin de semana para disfrutarlo con libertad, pero con consciencia.

Por: Carlos Arturo Guisarre

@cguisarre

Aikido financiero: la deuda puede ser mi amiga

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El aikido es un arte marcial moderna que consiste en la defensa personal mientras se protege la integridad física del atacante. El rasgo más popular de este “estilo de lucha” consiste en la técnica de capitalizar la fuerza del oponente para dominar el combate.

Quienes me consultan sobre el estado de sus finanzas tienen algo en común: sus deudas superan sus capacidades coyunturales de pago. Una situación desesperante que puede golpear el autoestima, la paz mental y, en términos materiales, el patrimonio personal o familiar.

Salir de una situación de endeudamiento fuera de control pasa por tres principios: reducir al máximo los gastos, consolidar los compromisos financieros y establecer sacrificados planes de pago.

Ahora bien, este enemigo común, la deuda, cuenta con fuerzas que podemos aprovechar a nuestro favor. El endeudamiento es un instrumento complicado, pero al final es solo eso, un instrumento, algo que podemos utilizar. La diferencia está en la manera en la que aplicamos ese instrumento. Allí estriba la línea entre alcanzar nuestras metas con el dinero de otros y ser aplastados con un peñón que crece a medida que cae sobre nosotros.

¿Cómo podemos utilizar la deuda a nuestro favor? El aikido financiero con el que podemos domesticar la deuda consiste en dos técnicas.

  1. Endéudate solo para adquirir activos

Padre Rico, Padre Pobre, de Robert Kiyosaki, define con sencillez lo que es un activo: “aquello que coloca dinero en tu bolsillo”. Yo añadiría: “aquello que también te ahorra dinero”. Mi definición la agrego para incluir la vivienda en el portafolio de activos. El dueño de su casa no tiene que pagar alquiler y cuando llegue a viejo tendrá mayor seguridad financiera.

Antes de endeudarte para pagar el próximo viaje a Europa o el televisor Smart de 70 pulgadas, pregúntate, ¿Lo podría vender para pagar mi deuda en caso de perder mi empleo? ¿Realmente lo necesito para mi existencia o mi equilibrio emocional? Si las respuestas sinceras son “no”, al adquirir una deuda te comprometes con posibilidades de perjudicar tu patrimonio. Tienes que elegir adecuadamente para qué te endeudas.

  1. Verifica si puedes pagar las mensualidades

Una vez identificas el activo que vas a adquirir, comprueba que las mensualidades que acarrean la deuda están a tu alcance sobre la base de los ingresos que tienes.

Hay dos cosas que puedes tomar en cuenta. Primero, si el activo está a tu alcance, porque aunque quieras una casa, tienes que ver si puedes comprar ese ‘penthouse’ del final de la calle o el apartamentito de dos habitaciones y un parqueo que tienes enfrente. Segundo, la tasa de interés, quizás otra entidad financiera tiene mejores tasas que las que estás a punto de obtener.

La deuda no tiene que ser nuestra enemiga. Con una buena defensa, los préstamos que tenemos a nuestro alcance pueden ser utilizados para mejorar nuestras vidas. Endéudate con cuidado y con consciencia.

Por: Carlos Arturo Guisarre (@cguisarre)

Soy garante, ¿cómo me quito esta soga del cuello?

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¿Quiere colocarse una soga al cuello? Acepte ser garante de alguien. Si tomar un préstamo es comprometedor, pruebe a hacerse responsable de que otra persona pague su préstamo, no hay mayor disparador de la presión arterial.

Le recomiendo que no lo haga para nadie, o bueno, casi nadie, porque ciertamente algunas personas entre nuestra familia o amigos son lo suficientemente excepcionales como para aceptar el compromiso. Perdónenme que me ponga bíblico, pero bien lo dice Proverbios 11:15, cuando cita “Ciertamente sufrirá el que sale fiador por un extraño, pero el que odia salir fiador está seguro” (La Biblia de las Américas).

Pese a que la sabiduría milenaria desaconseja contra esto, son comunes los que alegremente firman por quien sea, sin entender a veces las consecuencias de los compromisos que están adquiriendo.

Ahora bien, me dirás, “Carlos Arturo, a veces uno tiene que ayudar a alguien”. Sí, es cierto. Otros me dirán, “Ya tengo la soga al cuello, ¿qué hago?”. El sufrido garante. Ese personaje sobre el cual se sustenta el sistema financiero para disminuir su nivel de riesgo. El fiador tiene poder y debe aprender a usarlo. ¿Cómo? Ya verán. ¡Síganme los buenos!

Tres tips para el garante

Cuando seas garante, debe ser de una persona muy cercana, que tú sepas que no se va a ir en yola a Puerto Rico en un momento dado. Alguien sobre el cual tengas cierto control emocional. La familia muy cercana y amigos de “toda una vida” son quienes deben tener el privilegio de que tú asumas un compromiso tan importante.

Verifica que realmente esa persona puede pagar ese préstamo que tú le está garantizando con tu firma y tu paz mental. Al ser garante de alguien, adquieres el derecho a, por decirlo así, auditar la vida económica de esa persona. Es decir, tienes el derecho de preguntarle si está pagando ese préstamo, y si se atrasó, quedas autorizado a preguntarle por qué se fue de viaje a Miami en vez de pagar su cuota.

Haz que firme un papel declarando que lo puedes embargar en caso de que no cumpla con el compromiso financiero que tienen en común. Así tendrás algo con qué pagar tu nueva deuda.

Tienes que saber que una vez tu garantizado falla, tendrás que pagar el capital, los intereses, los cargos por mora y los gastos legales que acarrean un empréstito fallido, lo peor, por un bien que no disfrutaste.

Toma en cuenta también, que según el Código Civil, tus hijos heredan tanto tus activos, como tus pasivos, prestarte como garante expone a tu familia a un compromiso cuyos beneficios no los viste ni siquiera tú.

¿Tienes alguna historia triste como garante? ¿O por el contrario has sido fiador de personas responsables? Queremos saber de ti. Deja tus comentarios en @revistamercado. Disfruta del fin de semana y lee antes de firmar.

Carlos Arturo Guisarre

@cguisarre

Es duro leerlo, pero mi situación financiera es mi responsabilidad

Cuando estás en esos momentos de depresión financiera, ¿en qué piensas? Si eres una persona normal, lo primero que te pasa por la mente es a quién culpar, y ese catálogo de responsables puede ser tan variado como tu mamá que tienes al lado o el ayatolá de Irán, al que nunca conocerás, pero que con sus acciones supuestamente presiona el petróleo al alza.

En el momento en el que comenzamos a señalar a los demás por una situación que nos atañe sobre a nosotros, nos alejamos un poco de las posibles soluciones que sí nos sacarán de la dura olla. Es duro leerlo, pero la culpa de nuestra situación financiera es, en un 99 %, solo nuestra.

Bien, tranquilo, no pases ahora a otro artículo de Revista Mercado, permíteme desmontar el mito del señalamiento a terceros. ¿Cuál de estos seis grupos es tu favorito para culpar?

¿Tu familia? Que naciste pobre, dices. Tienes la oportunidad de superarte como lo hacen muchas personas en nuestro país. Argumentas que un hijo, padre, tío, abuelo o hermano necesita de tu cuidado y que esa atención te cuesta. Es cierto que la discapacidad de alguien querido complica la productividad y las finanzas, pero en la mayoría de los casos hay formas de repartir las cargas que genera esa persona con discapacidad.

¿Tus amigos? Porque te “obligan” a ir a restaurantes caros y cuando se casan hacen sus listas de boda en lugares muy finos. Si tus amigos no entienden tus limitaciones financieras coyunturales, te recomiendo que busques otro círculo social.

¿Ganas poco? Y por eso no “tienes capacidad de ahorro”. Sin embargo, muchos abanderados de este argumento tienen fichados al menos tres prestamistas que hacen créditos al módico 20 % mensual. A ver, si tomas prestado RD$500 y pagas RD$600 al mes siguiente, esos RD$100 son tu capacidad de ahorro, la cual decidiste entregarle a un prestamista.

¿El banco? Ay, pobre banco, el villano favorito del depresivo financiero. Aunque no he conocido la primera entidad financiera que obligue a sus clientes a contratar tarjetas de crédito o a tomar ese préstamo pre-aprobado. No puedo negar que en algunas ocasiones el banco se aprovecha de nuestras debilidades, pero los tratos los cerramos nosotros de libre consentimiento.

¿El gobierno? El cual a veces mete la pata, y esos errores se expresan en inflación, altas tasas de interés, pérdidas de empleo por la merma en el consumo y la subida de impuestos. No obstante, lo que es igual no es ventaja. Si otros prosperan honestamente pese a gobiernos malos, tú también puedes hacerlo.

¿El entramado capitalistas internacional? O la confabulación masónica, con ayuda del Club Bilderberg y la trilateral. Si eres de estos, respira, tómate un vaso de agua, y busca ayuda profesional.

El culpable eres tú. Ahora bien, hay una herramienta que te sacará de cualquier problema de dinero o, en el mejor de los casos, te evitará caer en la depresión financiera, olla, en buen dominicano. Se trata de las buenas decisiones.

Si tienes RD$10,000 puedes elegir entre comprar unos zapatos o contratar un certificado de depósito a plazo fijo.

Si tienes una tarjeta de crédito, decide informarte sobre sus fechas de corte y vencimiento, la tasa de interés, y las consecuencias de no pagar a tiempo.

Si quieres algo, decide ahorrar para comprarlo, en vez de ir corriendo a pedir un crédito.

No eres una víctima ni de los tuyos ni del entorno ni del sistema, si estás deprimido financieramente lo que necesitas es más conocimiento y una mejor toma de decisiones en base a lo que aprendes sobre el dinero.

Ahora levántate, disfruta de lo que te has ganado, y toma responsabilidad, con consciencia.

Carlos Arturo Guisarre

@cguisarre

El ahorro: un árbol de raíces amargas, pero con frutos dulces

El ahorro es el gasto del futuro. El salvavidas al que nos podemos aferrar justo cuando se presentan las emergencias. Incidentes de salud, gastos funerarios o una importante avería en el hogar a menudo presionan las capacidades financieras de quienes tenemos ingresos convencionales. Ante esos acontecimientos tenemos dos opciones: pedir prestado (incluyendo la tarjeta de crédito) o tirar del ahorro.

¿La ventaja del ahorro? Puede afrontar su emergencia ahora, sin necesidad de pagar interés después. Es un colchón sobre el cual usted se puede recostar en momentos duros.

¡Claro, claro! El ahorro no es sólo para las dificultades. Si quiere irse de viaje, comprar un carro o su vivienda, o bien tener el último Smartphone, se trata de metas respetables para las cuales ahorrar es el camino más directo; pedregoso, sí, pero directo.

Es que el ahorro es como el perdón, un árbol de raíces amargas que nos proporciona frutos muy dulces. El sacrificio de dilatar nuestros gustos e impulsos consumistas será premiado con una cuenta bancaria (o de una cooperativa) que le tenga disponible los recursos para lograr cosas más grandes.

¿Cómo sembrar ese árbol? Sigue conmigo.

  1. El fruto que quiero

No se trata de acumular por acumular. La avaricia y la tacañería son enemigos de la salud financiera. Lo que buscamos con el ahorro es cumplir con nuestras metas, el fruto que quiero que me dé el árbol.

Entre las metas más comunes puedo mencionar la compra de una casa o un vehículo, viajar hacia un destino soñado o la capitalización del emprendimiento que tenemos en mente.

Claro está, un ahorro que debe permanecer en nuestras arcas es el fondo de emergencia.

  1. Hay que identificar el terreno fértil

Sepa en qué banco ahorra, la calidad de la gestión que tiene esa institución financiera y los intereses que pagan. Dependiendo del plazo en el que usted piensa utilizar esos fondos, decida si hace depósitos a una cuenta (corriente o de ahorros) o su contrata un certificado a plazo fijo.

¿Guardar el dinero bajo el colchón porque no confío en los bancos? A ver, su derecho tiene, pero no se lo recomiendo. Si bien es cierto que las instituciones financieras no son perfectas, el sistema dominicano ha demostrado ser estable y solvente.

Además, la Ley Monetaria y Financiera protege al pequeño ahorrante. Me explico, si su entidad quiebra le devolverán su dinero; siempre y cuando haya en su cuenta menos de RD$500,000 o menos de US$50,000.

  1. La calidad de las semillas

La recomendación más habitual es que si queremos ahorrar tenemos que pagarnos primero a nosotros mismos, y ese pago debe ser de un mínimo del 10 % de nuestro ingreso. Es un excelente consejo.

Ahora bien, lo que quiero es que inicies. Por eso te recomiendo que si nunca antes has tenido un hábito robusto de ahorro, empieces con pequeñas cantidades. Empieza con 100 pesos diarios o 50 pesos al día. Apártalos. Cuando se trate de una cantidad suficiente, llévala a tu cuenta de banco.

“Es muy poco”, quizás me replicas. La calidad de la semilla no la determinará la cantidad, sino tu constancia. El ahorro se convertirá en un ejercicio que dominarás con mayor precisión, por lo que tu cuenta aumentará.

  1. Protege tu parcela

Muy bien. Ya estás ahorrando. Felicidades. En este momento el reto consiste en no permitir que los recursos se agoten por cualquier tontería. Además, no bajes la guardia ni seas indulgente producto del éxito. Permanece.

  1. Hay tiempo para cosechar

Las metas se cumplen. Puedes irte de viaje y disfrutar de tu destino sin pensar en los pagaré que te esperan; o conducir ese vehículo con el que soñabas sin deber hasta los muebles. Cumpliste tu meta de ahorro, y ahora te toca sembrar otro árbol con más experiencia y confianza en ti mismo.

Dime cómo te va con tus finanzas, quiero saber de ti. Te espero en Instagram: @revistamercado y @cguisarre. Será para mí un placer responder tus preguntas. Gasta con libertad, pero ahorra con consciencia.

Por: Carlos Arturo Guisarre

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