En marketing y publicidad, no todo es de color de rosa
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Tan solo un 3% de las mujeres afirma tener el color rosa como su tono favorito. Es más, el 25 % de las mujeres menores de 25 años y el 16 % de la mujeres entre 26 y 49 años cita el rosa como el color que menos les gusta, según un estudio de Eva Heller, publicado en su obra ‘Psicología del color’.
Sin embargo, al margen de esta realidad, muchas marcas persisten en ‘teñir’ sus productos cuando desean dirigirlos al público femenino. De forma figurada o literal.
La imagen de la mujer en la publicidad ha sido un tema ampliamente debatido y objeto de estudio en numerosas investigaciones, que han coincidido en poner de manifiesto el denigrante sino de la figura femenina a lo largo de las décadas que nos preceden.
La mala noticia es que la codificación de género y el continuo enquistado de roles y estereotipos en la publicidad contemporánea, aún en el siglo XXI, perseveran. La diferencia es que, ahora, con más o menos éxito, los casos más notorios ocupan titulares y protestas públicas.
La última, más sonada a nivel internacional, fue la retirada de dos anuncios, de Volkswagen y Philadelphia, acusados por parte de la Autoridad de Normas de Publicidad del Reino Unido (ASA) de “representar estereotipos de género dañinos que pueden obstaculizar las aspiraciones y oportunidades de hombres y mujeres”. Las manifestaciones a favor y en contra fueron inmediatas. La polémica estaba servida.
En un plano local, todavía está ‘fresco’ en la memoria el caso de la campaña de la empresa de telecomunicaciones Viva, del año 2017, en la que presentaba controvertidas imágenes de parejas, de hombres y mujeres, bajo el eslogan “qué viva la verdad”.
El Ministerio de la Mujer, así como la Oficina de Equidad de Género y Desarrollo del Ministerio de Salud Pública, se apresuraron en denunciar dichos comerciales por “transmitir un mensaje ofensivo y subyugador en contra de la mujer”. Y si hacemos un repaso por el archivo histórico de algunas de las marcas más icónicas, la imagen, a menudo no es alentadora.
En una cultura marcada por la poderosa influencia de los medios y la imagen, la reflexión llama a detenerse en la responsabilidad de las propias marcas por no perpetuar aquello que no debe ser normalizado. El camino no es de color de rosa. La buena noticia es que, al menos, esto sea noticia.