5200 millones de euros del Banco Europeo de Inversiones para America Latina y el Caribe por COVID-19

El Grupo Banco Europeo de Inversiones, el banco de la Unión Europea, da una respuesta integral a la pandemia del coronavirus fuera de Europa,  ayuda que ascenderá hasta los 5 200 millones de euros en los próximos meses. Esta financiación forma parte de la respuesta “Team Europe” y está respaldada por el presupuesto de la UE. Ayudará a reforzar inversiones urgentes en sanidad y a acelerar el apoyo a largo plazo al sector privado, respondiendo a las necesidades de financiación en más de 100 países en todo el mundo.

Este apoyo urgente ayudará a mantener el empleo y los medios de subsistencia en los sectores más amenazados por el impacto económico y social del coronavirus. En función de las necesidades, posteriormente irá acompañado de financiación adicional a largo plazo para inversiones en sanidad y de apoyo a las empresas.

«La pandemia del COVID-19 está afectando ya a muchos países y tendrá profundas consecuencias económicas en todo el mundo. Muchas personas perderán sus empleos y sus medios de subsistencia. Esta crisis destruirá el tejido empresarial y agravará los problemas de endeudamiento existentes, especialmente en los países vulnerables. Necesitamos demostrar urgentemente que Europa está ahí para nuestros socios cuando estos nos necesitan. Como integrante deTeam Europe, el banco de la Unión Europea identificará y apoyará en las próximas semanas nuevas inversiones fuera de Europa destinadas al sector de la salud y a las empresas. Trabajaremos en estrecha colaboración con la Comisión Europea, los Estados miembros de la UE, las instituciones financieras y de desarrollo europeas y otras instituciones financieras multilaterales para garantizar que nuestros socios públicos y privados tengan un mejor acceso a la financiación esencial para hacer frente a la conmoción que supone la pandemia», ha afirmado Werner Hoyer, presidente del Banco Europeo de Inversiones.

Apoyo del BEI en América Latina y el Caribe

El BEI ya está trabajando para identificar proyectos en América Latina y el Caribe a los que pueda ofrecer su financiación de forma rápida para apoyar inversiones que contribuyan a responder a esta crisis.

 La Unión Europea (UE) es el principal socio para el desarrollo en América Latina y su principal inversor. El BEI es el banco de la UE y comenzó a operar en esta región en 1993. Desde entonces, ha facilitado más de 10 200 millones de euros para apoyar inversiones en 14 países. El año pasado, el BEI aumentó su actividad en América Latina hasta alcanzar los 817 millones de euros, el mayor volumen de financiación de los últimos 6 años. En el Caribe, donde trabaja desde 1978, el BEI facilitó 93 millones de euros en 2019.

 La vicepresidenta, Emma Navarro, responsable de la actividad del BEI en América Latina y el Caribe, ha asegurado: «La expansión del Covid19 ha generado una crisis global sin precedentes que exige una respuesta rápida y contundente.  El BEI, uno de los instrumentos de la UE para responder a esta pandemia, está firmemente comprometido a apoyar los esfuerzos para hacer frente a este desafío, tanto dentro como fuera de Europa. Con la iniciativa de 5 200 millones de euros que hemos lanzado queremos apoyar de forma inmediata inversiones urgentes para que nuestros socios fuera de Europa puedan reforzar sus sistemas sanitarios e impulsar la recuperación económica. América Latina y el Caribe, regiones prioritarias para la actividad del Banco, seguirán recibiendo nuestro apoyo en estos momentos difíciles. Trabajaremos junto al sector público y a las empresas del sector privado para revertir esta situación cuanto antes. Debemos unir fuerzas en la lucha contra el Covid19».  

El BEI presta apoyo económico a proyectos en América Latina y el Caribe, ofreciendo financiación a largo plazo en condiciones favorables y aportando el soporte técnico necesario para que estos proyectos den resultados positivos, tanto en el plano social como en el económico y medioambiental. Con una sólida trayectoria en la financiación de proyectos de agua y saneamiento en la región, el BEI mantiene su compromiso con los países de la zona para superar juntos este nuevo obstáculo.

Acelerar el apoyo a la inversión en sanidad y en las empresas, y fortalecer la capacidad de recuperación del sector privado ante las repercusiones económicas y sociales del coronavirus

El BEI está dispuesto a acelerar el desembolso de unos mil millones de euros de los préstamos ya aprobados, con el fin de ayudar al sector sanitario de los países de fuera de la UE a hacer frente a la pandemia del coronavirus, así como para garantizar que la actividad empresarial pueda acceder a financiación inmediata para contrarrestar los problemas de liquidez.

El apoyo inmediato a las empresas del sector sanitario con las que el BEI ha trabajado incluirá el respaldo a nuevas iniciativas en el ámbito de la salud pública, ayudándolas para que puedan reorientar las operaciones existentes para hacer frente a la crisis sanitaria. También se acelerará el desembolso de los proyectos aprobados de los sectores público y privado.

El apoyo reforzado al sector sanitario contará con la experiencia técnica y los conocimientos financieros del BEI, adquiridos gracias a los más de 30 000 millones de euros destinados a inversiones en hospitales, asistencia sanitaria e innovación en el ámbito de la salud en Europa y en el mundo en los últimos años.

Empresas locales e internacionales, pymes, agricultores y empresarios de todo el mundo podrán beneficiarse de la respuesta del BEI para ayudar al sector privado.

Garantizar que los gobiernos puedan responder mejor al impacto del virus

Ante la previsible limitación de las inversiones públicas, como consecuencia de esta crisis en todo el mundo, el BEI trabajará con sus socios del sector público para aumentar la financiación que facilita, en condiciones favorables, para inversiones en sanidad y para apoyar el tejido empresarial, especialmente en sectores altamente vulnerables, como el turismo y la hostelería.

La financiación estará disponible para los países en los que el BEI ya está operando.  La iniciativa ha sido concebida para que la financiación del BEI pueda contar con el respaldo adicional de instituciones financieras para el desarrollo internacionales y europeas.

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Más 25 millones de puestos de trabajo podrían desaparecer por el COVID-19

El brote del nuevo coronavirus podría provocar la destrucción de más 25 millones de puestos de trabajo en todo el mundo y generar pérdidas de 3,4 billones de dólares de ingresos de los trabajadores este año, declaró la Organización Internacional del Trabajo (OIT).

«Sin embargo, si vemos una respuesta política coordinada a nivel internacional, como ocurrió durante la crisis financiera de 2008-2009, entonces el impacto en el desempleo global podría ser significativamente menor», afirmó la entidad.

Asimismo, instó a una respuesta urgente y medidas coordinadas a gran escala para proteger a los empleados, impulsar la economía y hacer todo lo posible para asegurar los puestos de trabajo e ingresos estables de la población.

La OIT no solo advierte del aumento del desempleo. También del peligro que supone que en estas circunstancias aumente el subempleo, uno de los enemigos contra los que esta organización advierte normalmente y ahora con más motivos. Los colectivos que están más expuestos son los que ya están en peores circunstancias y peor han salido de la crisis anterior: jóvenes, mujeres, trabajadores de más edad y los empleados que no tienen protección social (falsos autónomos, trabajadores precarios de la nueva economía digital) e inmigrantes.

El análisis rápido que hace la OIT apunta a que la pérdida de ingresos laborales podría llegar a ser 860.000 millones de dólares en el mejor de los casos y de 3,4 billones en el peor. “Esto se traducirá en caída del consumo de bienes y servicios, lo que irá en detrimento de la continuidad de los negocios”, apunta .

El dilema entre salvar vidas o empleos en los tiempos de coronavirus

A medida que el mundo responde a la pandemia de COVID-19, algunas veces parecería que se debe elegir entre salvar vidas o salvar los medios de sustento. La verdad es que se trata de un dilema falso porque controlar el coronavirus y salvar vidas es una necesidad imperiosa para salvar los medios de vida, aseveraron este viernes en una conferencia de prensa virtual los titulares de la Organización Mundial de la Salud (OMS) y del Fondo Monetario Internacional (FMI).

El doctor Tedros Adhanom Ghebreyesus y Kristalina Georgieva sumaron sus voces para instar a los responsables de diseñar e implementar políticas a reconocer que proteger la salud pública y restaurar los mercados de trabajo van de la mano. “Necesitamos ambas cosas.”

“Eso es lo que une a la OMS y al FMI: la OMS ayuda a proteger la salud de la gente y el FMI ayuda proteger la salud de la economía. Trabajamos juntos”, enfatizó Georgieva.

Explicaron que su llamamiento urge a dar prioridad a los gastos en salud, es decir, conseguir recursos humanos y materiales, y ayudar a la población más vulnerable.

“Y estos debe ir junto con el apoyo a las necesidades económicas: reducir el desempleo, evitar las bancarrotas y, con el tiempo, avanzar hacia la recuperación económica”, apuntaron.

La OMS protege la salud de la gente y el FMI ayuda proteger la salud de la economía. Trabajamos juntos.

Equilibrio necesario

Insistieron en que las medidas económicas son un complemento, no un sustituto de los gastos en salud.

“Sabemos que es difícil encontrar el equilibrio, pero debemos esforzarnos para conseguirlo porque es la vía hacia un mejor futuro para todos”, puntalizaron Tedros y Georgieva.

La directora gerente del FMI recordó que los mercados emergentes y las economías en desarrollo son especialmente vulnerables porque sus sistemas de salud son frágiles y en este momento sufren un gran golpe económico. “El FMI les da prioridad a esos países”, acotó.

Informó que la demanda de financiamiento se ha disparado para alcanzar un nivel récord en los 75 años de historia de la institución, detallando que 85 países solicitaron apoyo al mismo tiempo.

Recursos disponibles

Georgieva agregó que para responder a este aumento, el FMI ha liberado una línea de un billón de dólares, lo que duplica la capacidad de desembolso de los recursos de emergencia, tasados entre 50.000 millones y cien mil millones de dólares para ayudar a los mercados emergentes y la economías en desarrollo en particular.

Añadió que la entidad financiera continúa buscando opciones para proveer liquidez adicional. “Y, en conjunto con el Banco Mundial, estamos pugnando por una pausa en el servicio de la deuda de los acreedores oficiales bilaterales para los países más pobres”, añadió.

Mientras los recursos financieros llegan a los países, el FMI y la OMS trabajan con los Gobiernos para garantizar que los fondos se destinen a gastos impostergables de salud y a apuntalar la economía.

“Juntas, esas dos áreas cimientan nuestra prioridad: apoyar a la gente. En esto, la OMS y el FMI comparten un objetivo fundamental”, indicaron los dirigentes.

Finalmente, reiteraron su llamado a los líderes mundiales a entender que las crisis sanitarias y económicas globales están interrelacionadas. “Implementemos políticas que protejan tanto las vidas como los medios de vida”.

Trabajamos al unísono contra reloj y con recursos finitos, es esencial que nos enfoquemos en las prioridades correctas, “nuestro llamado es a que, en uno de los momentos más oscuros de nuestra humanidad, los líderes den un paso para asistir a la gente que vive en los mercados emergentes”, concluyeron.

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Los mercados registran fuertes subidas estimulados por el avance de Wall Street

Las grandes bolsas europeas han comenzado la sesión con ganancias superiores al 3 % estimuladas por el avance cercano al 8 % de Wall Street el lunes y por la subida de las plazas asiáticas esta madrugada por la contención del número de contagiados y muertos por el coronavirus en algunos países, según datos del mercado.

La subida ha llegado después de que el parque neoyorquino cerrara el lunes con subidas cercanas al 8 % (el índice Dow Jones de Industriales ganó el 7,73 %, el S&P 500 el 7,03 % y el índice Nasdaq Composite el 7,33 %). Tokio subió esta madrugada el 2 %.

Subía la rentabilidad del bono alemán a diez años hasta el -0,38 % y repuntaba el tipo de cambio del euro, que ascendía hasta 1,087 dólares.

La cotización del barril de petróleo Brent, de referencia en Europa, subía más del 3 % y se cambiaba por encima de 34 dólares, en medio de reportes sobre un acuerdo entre los mayores países petroleros del mundo, incluidos Arabia Saudita y Rusia, de recortar la producción con el fin de contrarrestar el duro golpe de la crisis del coronavirus a la demanda de combustible, pero tan sólo si EEUU se une a la iniciativa.

La demanda mundial de petróleo ha bajado aproximadamente un 30%, o unos 30 millones de barriles al día, en un momento en el que Arabia Saudita y Rusia han estado inundando los mercados con un exceso de oferta.

En respuesta a la tendencia observada en el mercado durante varias semanas, la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP) y sus aliados —Rusia incluida—, un grupo conocido como la OPEP volvieron a hablar la semana pasada sobre un recorte de producción, pero quieren que otros países no pertenecientes a la OPEP se unan a la iniciativa, particularmente Estados Unidos.

“Sin Estados Unidos, no hay trato”, dijo una de las fuentes.

Estados Unidos no se ha comprometido a participar en ningún acuerdo, una iniciativa que según el presidente del país, Donald Trump, podría sacar del mercado entre el 10% y el 15% de la oferta mundial. Las petroleras estadounidenses no pueden coordinar su producción debido a las leyes de defensa de la competencia.

No obstante, la Casa Blanca ha dicho que está alentando las conversaciones entre los demás países. Las principales empresas petroleras y grupos industriales de EEUU se oponen a los recortes obligatorios, que supondrían un paso extraordinario en la historia de Estados Unidos.

El viernes, los ministros de energía del G20 y los miembros de algunas otras organizaciones internacionales celebrarán su propia videoconferencia auspiciada por Arabia Saudita, dijo a Reuters una fuente de la Administración rusa. Los esfuerzos para que Estados Unidos se involucre en el acuerdo de recorte de la producción estarán en la agenda del encuentro, dijo la fuente.

Rusia y Arabia Saudita han expresado su malestar desde hace tiempo por los recortes aprobados por la OPEP y otros organismos, alegando que han dejado un hueco que han llenado las petroleras de Estados Unidos, país que se ha convertido en el mayor productor del mundo.

Esta situación fue en parte la causa del fracaso en marzo de un acuerdo sobre la producción de la OPEP+, organismo que ha sostenido los precios del petróleo durante tres años.

Fuente: Agencia EFE

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Apple producirá a la semana un millón de mascarillas para personal sanitario

Apple desarrolló máscaras destinadas a personal sanitario que cubren todo el rostro, y podrá producir un millón de ellas semanalmente a partir de la próxima semana.

Así lo dio a conocer Tim Cook, presidente ejecutivo de Apple, quien aseguró que la compañía desarrolló la creación de máscaras destinadas a personal sanitario que cubren todo el rostro, podrá producir un millón de ellas semanalmente a partir de la próxima semana, y serán destinadas inicialmente a Estados Unidos.

El ritmo de producción será de un millón por semana a partir del fin de la próxima semana. Las máscaras serán destinadas inicialmente a Estados Unidos. Serán producidas ahí, así como en China.

En ese mensaje Cook además precisó que Apple ha logrado colocar 20 millones de máscaras quirúrgicas a través de sus distribuidores alrededor del mundo.

“Las máscaras son en plástico transparente, cubren la totalidad de la cara, y fueron desarrolladas por el equipo de diseñadores de productos, equipos de ingenieros, embalaje, y distribuidores del gigante tecnológico” Apuntó Cook en su cuenta en Twitter.

De esta manera Apple se une al grupo de empresas que han modificado sus líneas de producción, para responder a la escasez de máscaras, como las italianas Prada y Lamborghini.

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Guerra contra el COVID-19: Del lugar de refugio a la recuperación económica

La pandemia del COVID-19 es una crisis sin igual. Parece una guerra, y en muchos sentidos lo es. Los profesionales de la salud están en el frente de batalla. Quienes trabajan en servicios esenciales, distribución de productos alimenticios, servicios de entregas y suministros públicos hacen horas extraordinarias para respaldar estos esfuerzos. Y también están los soldados escondidos: aquellos que luchan contra la pandemia confinados en sus hogares, sin poder contribuir plenamente a la producción.

En una guerra, el gasto masivo en armamento estimula la actividad económica y los servicios esenciales se garantizan mediante disposiciones especiales. En esta crisis, las cosas son más complicadas, aunque una característica común es el aumento del papel del sector público.

A riesgo de simplificar demasiado, las políticas económicas deben distinguir dos fases:

Fase 1: La guerra. La pandemia está en pleno apogeo. Las medidas de mitigación impuestas para salvar vidas están reduciendo con dureza la actividad económica. Se puede prever que esta reducción dure por lo menos uno o dos trimestres.

Fase 2: La recuperación de la posguerra. La pandemia se controlará con vacunas o fármacos, la inmunidad parcial de grupo y la continuación de medidas de confinamiento menos disruptivas. A medida que se levanten las restricciones, la economía volverá—quizá con dificultad— a su funcionamiento habitual.

El éxito del ritmo de la recuperación dependerá fundamentalmente de las políticas adoptadas durante la crisis. Si las políticas ayudan a garantizar que los trabajadores no pierdan sus empleos, los arrendatarios y propietarios de viviendas no sean desalojados, las empresas eviten la quiebra y las redes económicas y comerciales se preserven, la recuperación tendrá lugar antes y con más suavidad.

Este es un reto importante para las economías avanzadas cuyos gobiernos pueden financiar con facilidad un aumento extraordinario del gasto incluso cuando sus ingresos están cayendo. El reto es incluso mayor para las economías emergentes y de bajo ingreso que se enfrentan a la fuga de capitales: estas economías necesitarán donaciones y financiamiento de la comunidad internacional (un tema de interés para una próxima entrada del blog).

Medidas de política en tiempos de guerra

A diferencia de otras desaceleraciones económicas, la caída del producto en esta crisis no está provocada por la demanda: es una consecuencia inevitable de las medidas para limitar la propagación de la enfermedad . El papel de la política económica no es, por tanto, estimular la demanda agregada, al menos no de forma inmediata. Más bien, la política económica tiene tres objetivos:

  • Garantizar el funcionamiento de sectores esenciales. Deben incrementarse los recursos para pruebas de detección del COVID-19 y su tratamiento. Deben mantenerse la atención sanitaria habitual, la producción y distribución de productos alimenticios, las infraestructuras esenciales y los suministros públicos. Podrían ser necesarias incluso medidas intrusivas por parte de los gobiernos para la provisión de suministros fundamentales, recurriendo a mandatos en tiempo de guerra, con la priorización de contratos públicos para insumos esenciales y productos finales, la reconversión de industrias o nacionalizaciones selectivas. El requisamiento temprano de mascarillas médicas que realizó Francia y la activación de la Ley de Producción de Defensa en Estados Unidos para garantizar la producción de equipamiento médico ilustran este punto. También pueden estar justificadas medidas como el racionamiento, los controles de precios y normas contra el acaparamiento en situaciones de escasez extrema.
  • Proporcionar recursos suficientes a las personas afectadas por la crisis. Los hogares que pierdan sus ingresos debido directa o indirectamente a las medidas de confinamiento necesitarán apoyo gubernamental. Este apoyo debe contribuir a que la gente se quede en casa y al mismo tiempo mantengan sus empleos (las licencias médicas financiadas por el gobierno reducen el movimiento de personas y, por tanto, el riesgo de contagio). Las prestaciones por desempleo deben ampliarse y extenderse. Es necesario que las transferencias de efectivo lleguen a los trabajadores independientes y sin empleo.
  • Evitar una disrupción económica excesiva. Las políticas deben salvaguardar las redes de relaciones entre trabajadores y empleadores, productores y consumidores, prestamistas y prestatarios, de forma que las empresas puedan reanudar plenamente sus actividades cuando se haya superado la emergencia médica. Los cierres de empresas causarían pérdidas de conocimientos organizativos y la cancelación de proyectos productivos a largo plazo. Las disrupciones en el sector financiero también intensificarían las dificultades económicas. Los gobiernos deben proporcionar un apoyo excepcional a las empresas privadas, inclusive mediante subsidios salariales, con condiciones adecuadas. Ya se han puesto en marcha grandes programas de préstamos y garantías (con el riesgo asumido en última instancia por los contribuyentes) y la UE ha suministrado inyecciones directas de capital a las empresas con la relajación de su normativa sobre ayudas estatales. Si la crisis empeora, podría imaginarse el establecimiento o la ampliación de grandes sociedades de cartera estatales que tomen las riendas de las empresas privadas con problemas, como se hizo en Estados Unidos y Europa durante la Gran Depresión.

La emergencia justifica una mayor intervención del sector público mientras persistan las circunstancias excepcionales, pero dicha intervención deberá realizarse de forma transparente y con cláusulas de caducidad automática claras.

Las políticas de apoyo a los hogares, las empresas y el sector financiero implicarán una combinación de medidas de liquidez (concesión de créditos, aplazamiento de obligaciones financieras) y de solvencia (transferencias de recursos reales; véase el cuadro).

Será necesario gestionar diversas disyuntivas. Si se dan transferencias o préstamos subsidiados a una gran corporación, estos deben ser condicionales al mantenimiento de los empleos y la limitación de las recompras de acciones, los dividendos y la remuneración de su Director Ejecutivo. Las quiebras asegurarían que los accionistas asuman parte de los costos, pero causarían también importantes trastornos económicos. Una opción intermedia es que el gobierno tome una participación en la empresa. Si el problema es la liquidez, la concesión de crédito por parte de los bancos centrales (mediante programas de compra de activos) u otros intermediarios financieros controlados por el gobierno (a través de préstamos y garantías) ha demostrado ser eficaz en crisis anteriores. También surgen muchas cuestiones prácticas en la identificación y el apoyo a pequeñas y medianas empresas o trabajadores independientes gravemente afectados. Para estos, deben considerarse transferencias directas basadas en pagos de impuestos anteriores.

Estas políticas internas deben ser apoyadas por el mantenimiento de la cooperación y el comercio internacionales, que son fundamentales para vencer a la pandemia y maximizar las posibilidades de una rápida recuperación. Es necesario limitar el movimiento de personas para la contención. Pero los países deben resistir el instinto de paralizar el comercio, sobre todo de productos de atención sanitaria, y el libre intercambio de información científica.

Del lugar de refugio a la recuperación

Fomentar la recuperación tendrá también sus desafíos, incluidos niveles de deuda pública más altos y posiblemente nuevas franjas de la economía bajo control público. Sin embargo, un éxito relativo durante la fase 1 permitirá que la política económica pueda volver a su funcionamiento normal. Las medidas fiscales para impulsar la demanda serán más eficaces a medida que se permita a las personas dejar sus hogares y volver a trabajar.

Las proyecciones de las tasas de interés y la inflación antes de la pandemia eran bajas a largo plazo en la mayoría de las economías avanzadas. Evitar grandes disrupciones en las cadenas de suministro evitaría la inflación durante las fases de emergencia y recuperación. Si las medidas para contener la propagación del virus tienen éxito, el necesario incremento del coeficiente de endeudamiento público habrá sido considerable, pero las tasas de interés y la demanda agregada posiblemente sigan siendo bajas en la fase de recuperación. En estas circunstancias, el estímulo fiscal será apropiado y muy eficaz en la mayoría de las economías avanzadas. Y esto facilitará el abandono de las medidas excepcionales introducidas durante la crisis.

Las bolsas de valores aún no superan su marzo negro

Son reflejos cotidianos de lo que ocurre en sus economías, espejos de lo que anticipan los grandes inversionistas y trompetas de advertencia sobre los peligros que vienen. Son las bolsas de valores, puntos donde confluyen vendedores de medios de inversión y compradores de los mismos. Estado y empresa privada acuden a tales instituciones como epicentros de grandes flujos de capital.

Las bolsas de valores en los cinco continentes saltaron en pedazos cuando la pandemia del coronavirus se regó por el mundo, llenando de miedo a los inversionistas que, ante el temor a una depresión, se apresuraron a ofrecer en venta sus valores para encontrar escasos compradores, arrastrando los precios al abismo. Igual ocurría con las divisas, mientras la búsqueda loca de dólares hundía las tasas de cambio. Todo eso se juntó en marzo para provocar dos lunes negros consecutivos, que dejaron ejércitos de perdedores.

Tras esas conmociones, los mayores mercados de valores han mostrado tendencias de recuperación, pero aún a niveles inferiores a las bajas de marzo y con periódicas recaídas, que neutralizan las alzas. La incertidumbre rodea el mundo financiero.

En la edición de abril de revista Mercado, presentamos un informe sobre lo que ocurrió en los mercados de valores y porqué se hundieron en proporciones desconocidas. Fueron parte del colapso mundial que produjo el nuevo enemigo que tiene el planeta: el COVID-19.

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COVID-19: EE.UU. tuvo en Marzo la mayor pérdida de empleo desde crisis de 2009

La economía estadounidense perdió 701,000 empleos en marzo y la tasa de desempleo subió hasta el 4.4%, en plena pandemia de coronavirus, indicó este viernes el Departamento de Trabajo.

Se trata de la mayor pérdida de empleos desde marzo de 2009, cuando la crisis financiera hundió las economías mundiales.

En febrero, la tasa de desempleo estaba en 3.5%, el nivel más bajo en 50 años, y en marzo experimentó la mayor subida mensual en más de 45 años.

Los sectores del ocio y el hospedaje, que están entre los primeros en sufrir el impacto de las restricciones de viaje, perdieron 459,000 trabajos, según el informe del gobierno.

Pero también se registraron notables pérdidas en los sectores de la salud, el comercio minorista y los servicios empresariales.

El Departamento de Trabajo reconoció, sin embargo, que “no puede cuantificar con precisión los efectos de la pandemia en el mercado laboral en marzo”.

Las dos encuestas que conforman el muy vigilado informe de empleos del gobierno se realizan durante la semana que incluye el día 12 del mes. En marzo eso fue antes de que se impusiera un extenso confinamiento que llevó al cierre de negocios en todo el país.

“Es importante tener en mente que los periodos de referencia de las encuestas de marzo son anteriores a muchos cierres de escuelas y negocios en la segunda parte del mes”, dijo el reporte.

De hecho, los datos hebdomadarios del Departamento de Trabajo sobre los trabajadores que solicitaron prestaciones por desempleo mostraron que 10 millones de personas perdieron sus trabajos en las últimas dos semanas, unas cifras inéditas.

Seguridad del sistema bancario ante la crisis del COVID-19

Nos enfrentamos a una turbulencia económica con el potencial de ser más grave que la vivida durante la crisis financiera mundial. La pandemia del coronavirus es un tipo de shock diferente. Nunca antes las economías modernas se habían paralizado de un momento a otro. De una semana a otra, muchos trabajadores han perdido sus empleos y sus salarios. Restaurantes, hoteles y aviones se han vaciado. Y los consumidores y las empresas se enfrentan a grandes pérdidas de ingresos y a posibles quiebras generalizadas.

La presión sobre el sistema bancario está creciendo y es inminente el aumento de los incumplimientos de deuda. Y son muchos los que esperan un shock en el sector financiero de magnitud similar al de la crisis de 2008.

La cuestión en la mente de las autoridades económicas es cómo prepararse para esto.

Hace tan solo una década, las autoridades económicas aunaron esfuerzos a escala internacional en un ejercicio de coordinación sin precedentes para modernizar el marco regulatorio del sector financiero. Se elevaron de forma significativa las exigencias mínimas de calidad y cantidad de liquidez y capitalización bancarias y se consiguió crear un sistema bancario más resiliente, diseñado para mantener reservas por encima del mínimo que puede utilizarse de forma segura en condiciones de tensión.

Las autoridades están adoptando un gran número de medidas de apoyo fiscal; los bancos centrales están abriendo nuevas líneas de liquidez. ¿Cómo deben responder los supervisores bancarios para que continúe la confianza y seguridad en el sistema bancario?

Receta para el sistema bancario

Al igual que los expertos en salud pública, los supervisores bancarios están respondiendo a una situación extraordinaria y que evoluciona con rapidez. Los supervisores deben combinar las herramientas con las que cuentan para hacer frente a desastres naturales, eventos de riesgo operativo y episodios de tensión bancaria. Desde su lugar estratégico internacional, y basándose en la experiencia acumulada, el FMI puede ofrecer orientación adicional sobre el camino a seguir:

  • No cambiar las reglas . Hacerlo en medio de una crisis probablemente cause más confusión. De igual forma, posponer la implementación de nuevas iniciativas; los bancos deben centrarse en mantener las operaciones en curso, dadas las crecientes dificultades para realizar estas operaciones a distancia.
  • Utilizar las reservas. Los reguladores deben comunicar con claridad que las reservas de liquidez y capital deben respaldar la continuidad de los préstamos bancarios, sin consecuencias adversas para la administración de los bancos. Los bancos acumularon estas reservas por encima de las normas mínimas de Basilea para gestionar las presiones sobre la liquidez y las pérdidas de ingresos derivadas del incumplimiento de reembolsos de préstamos.
  • Fomentar la modificación de los préstamos. Los supervisores deben comunicar con claridad a los bancos que actúen de manera proactiva para reestructurar la cartera de préstamos de aquellos prestatarios y sectores que más están sufriendo por este duro shock temporal. También deben recordar a los bancos la gestión flexible del riesgo de crédito y las normas de contabilización del deterioro en estas situaciones. Los órganos contables han intervenido acertadamente para aclarar a los auditores cómo deben considerarse esas modificaciones una vez que la economía empiece a recuperarse.
  • No esconder las pérdidas. Los bancos, los inversionistas, los accionistas e incluso los contribuyentes tienen que asumirlas. La transparencia contribuye a preparar a todas las partes interesadas; las sorpresas solo empeoran sus respuestas, como quedó demostrado durante la crisis de 2008.
  • Aclarar el tratamiento regulatorio de las medidas de apoyo. Aclarar por adelantado cómo deben tratar los bancos y los reguladores las medidas fiscales, entre otras, las medidas dirigidas directamente a los prestatarios, las garantías de crédito, la suspensión de pagos, los subsidios y las transferencias directas —más allá de las directrices actuales del marco de capital de Basilea— contribuiría a la transparencia general.
  • Fortalecer la comunicación. Fomentemos un diálogo continuo entre los supervisores y los bancos, sobre todo en esta situación sin precedentes de trabajo a distancia con compañeros, clientes y supervisores. Normalmente, las exigencias de información en ámbitos fundamentales, como el nivel de liquidez y los saldos acreedores, aumentan durante una crisis, pero dadas las dificultades operativas, podría tener sentido aplazar otras exigencias de información menos esenciales para el análisis de la salud financiera.
  • Coordinarse a escala transfronteriza. El sector bancario es una actividad mundial. Es imperativa una amplia coordinación entre los reguladores nacionales a escala internacional. Esta crisis pasará tarde o temprano, y que sus efectos se disipen puede llevar un tiempo, pero conservar la integridad del marco internacional será fundamental para la credibilidad e integridad del sistema financiero mundial. Los organismos internacionales, como el Consejo de Estabilidad Financiera y el Comité de Supervisión Bancaria de Basilea trabajan día y noche para que así sea.

¿Será suficiente?

En pocas palabras, puede que sea demasiado pronto para decirlo. En este momento, las condiciones en muchos países son tan duras como las del escenario adverso de las pruebas de tensión que los reguladores bancarios suelen utilizar para evaluar la fortaleza de sus sistemas bancarios.

Y pueden empeorar.

Todo ello asume que la actividad económica puede recomenzar a finales de este año, aunque también tenemos que considerar escenarios más adversos. En circunstancias de presión más grave, tendremos que hacer un replanteamiento considerable de nuestro manual de estrategias. Podría ser necesario recapitalizar o incluso reestructurar algunos sistemas bancarios. El FMI cuenta con una amplia experiencia en brindar asistencia a los países en la reconstrucción de sistemas bancarios en dificultades mediante sus programas de asistencia técnica, y estará preparado para ayudar.

OPS pide 95 millones para usar en América Latina y el Caribe por COVID_19

Un llamamiento a donantes de la Organización Panamericana de la Salud (OPS) busca obtener 94,8 millones de dólares para ejecutar medidas de salud pública prioritarias que ayuden a los países de América Latina y el Caribe a enfrentar la pandemia por la enfermedad por el coronavirus 2019 (COVID-19).

Los fondos se destinarán a la Estrategia de Respuesta de la OPS, que está alineada con la de la Organización Mundial de la Salud (OMS) y tiene por objetivos salvar vidas y desacelerar la transmisión del virus a fin de mitigar el impacto que éste puede tener en los servicios y en la salud de la población, principalmente en los países que más necesitan ayuda. Los recursos apoyarán la estrategia hasta septiembre de 2020, pero a medida que el brote evolucione, es probable que las necesidades aumenten.

“Necesitamos invertir más para proteger los más vulnerables, incluidos los trabajadores de salud, y salvar vidas”

“La propagación de la COVID-19 en la región se está acelerando y debemos intensificar las acciones para frenarla”, afirmó la Directora de la OPS, Carissa F. Etienne. “Este nuevo virus ha demostrado que puede sobrecargar los servicios de salud hasta en los países más desarrollados”, indicó Etienne y agregó: “necesitamos invertir más para proteger los más vulnerables, incluidos los trabajadores de salud, y salvar vidas”.

El primer caso en Latinoamérica y el Caribe fue reportado en Brasil el 26 de febrero del 2020 y en menos de un mes se dispersó a 48 países y territorios en la región. Hasta el 1 de abril, 51 países y territorios de las Américas registraron 216.912 casos confirmados y 4,565 muertes por la COVID-19. En los últimos diez días, los casos confirmados se multiplicaron por diez. Actualmente, Estados Unidos es el país con la mayoría de los casos en el mundo y el 86% de los casos en el continente.

Las cinco líneas de acción prioritarias de la estrategia de la OPS buscarán apoyar la detección temprana de casos a través de los sistemas de vigilancia existentes; asegurar la capacidad de diagnóstico oportuno de los laboratorios con las pruebas y los reactivos necesarios; prevenir y el controlar infecciones por la COVID-19 en los servicios de salud; optimizar la capacidad de los sistemas de salud locales para manejar los casos y atender en forma segura, y aportar a la difusión de información a la población para que pueda conocer sus riesgos y tomar medidas para protegerse y proteger a sus seres queridos.

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