Un mundo V.I.C.A.: cómo adaptarnos para sobrevivir y salir fortalecidos. Por Daniel Colombo

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Vivimos en un mundo Volátil, Incierto, Complejo y Ambiguo (V.I.C.A.).

Esta sigla busca sintetizar el estado actual de las cosas en el mundo a través de esos términos que, de alguna manera, todos los sentimos, vivimos o padecemos.

Si bien hay una raíz en un modelo (V.U.C.A.) que aplicaba el ejército norteamericano, fue el sociólogo Zigmunt Bauman quien acuñó el concepto en base a sus postulados de lo que llamó modernidad líquida, sociedad líquida o amor líquido.

Estamos en un entorno V.I.C.A. Así ha definido Bauman este momento de la historia de la humanidad en el que se han desvanecido historias sólidas, como aquellos principios que signaban los matrimonios para siempre, el trabajo para toda la vida, hacer carrera en un solo lugar o ahorrar para tener algo.

Hoy estamos inmersos en un mundo más veloz y ansioso por las novedades, más precario respecto a la estabilidad de las cosas, vertiginoso en cambios y transformación y agotador por el estrés que significa adaptarse diariamente.

  • Comprendiendo estos conceptos

Volátil hace referencia a un mundo oscilante. De pronto todo parece haber vuelto a la tranquilidad, y ¡zas!: irrumpe algo que rompe nuevamente con el ansiado equilibrio. Las cosas cambian y aumentan en su tipo, crudeza, velocidad, tamaño, cantidad. También aparecen las turbulencias mientras el mundo intenta asentarse por un ratito. Por ejemplo, los cambios de paradigmas, rupturas de creencias globales, la tecnología que avanza más velozmente que su implementación a nivel global, el desequilibrio del ecosistema y las economías, contribuyen a estos cimbronazos.

El segundo término de V.I.C.A. es Incierto. Posiblemente percibas que hay una sensación de caos que nos sume en una incertidumbre tal que jamás sabemos cómo van a resultar las cosas. La gestión de la incertidumbre es ahora un tema de conversación, ya que las personas, empresas y organizaciones de cualquier tipo necesitamos aprender a convivir con ella permanentemente: ya no hay nada completamente seguro, ni lo habrá. Estamos en un entorno donde hay más interrogantes que respuestas, porque se han multiplicado las variables que escapan totalmente de nuestro control.

El mundo se ha vuelto más complejo que hace tan solo una década atrás.

Con referencia a lo Complejo, la realidad indica que hasta con las mejores intenciones casi todas las cosas tienen un “rulo”, una vuelta que aún no le encontramos del todo. Es posible que ese tiempo que dedicamos a buscarle el sentido a lo complejo, nos haga perder de vista de que, -en el caso de que lo hallemos- ya estará desactualizado y habremos perdido el tiempo. En la complejidad necesitamos a veces desarmar toda la estructura y empezar de nuevo.

Complejidad es también un signo de confusión, de sentido errático de las cosas, de falta de conexión entre lo que hacíamos antes con la forma de encararlo ahora. Los viejos modelos ya no funcionan, ni lo harán: de allí que muchas empresas están sucumbiendo en el momento actual porque no lograron adaptarse para sobrevivir.

Hay un viejo tango que dice: “Al mundo le falta un tornillo” de los compositores Enrique Cadícamo y José María Aguilar. Lo cantaron grandes como Carlos Gardel y Julio Sosa. Al final, dice: “Al mundo le falta un tornillo / Que venga un mecánico / Pa’ ver si lo puede arreglar”. Esto es ni más ni menos que esta parte del mundo complejo que habitamos.

Y lo Ambiguo está producido por la complejidad, la incertidumbre y la volatilidad de todo. Las cosas han adquirido múltiples y confusos significados. Sin ir más lejos, los códigos de palabra ya casi han dejado de existir; las personas se vinculan a distancia a través de medios tecnológicos, casi asépticamente (como para no tocarse y ver qué sienten), y se llega a niveles en que, en cualquier lugar del mundo, todo puede explotar y cambiar radicalmente en un segundo. Curiosa y saludablemente, hay cada vez más personas que adoptan mascotas, que cambian su dieta, que -literalmente- luchan por reequilibrarse. En este marco de ambigüedad surgen también las brechas de opinión, las posturas sumamente radicalizadas y hasta violencia incontenible, ya que la irracionalidad del mundo hace que los asuntos estallen de cualquier forma, sin importar las consecuencias.

  • El otro V.I.C.A. posible para sobrevivir al estado de las cosas

Para afrontar este entorno V.I.C.A. es posible plantearnos otro V.I.C.A. que nos permita seguir adelante. Sin dejar de considerar que se trata de transformaciones globales que abarcan a todo el mundo, aquí van cuatro pasos diseñados desde la perspectiva individual y con impacto en nuestro entorno directo para generar una onda expansiva como cuando lanzas una piedra en un lago de aguas quietas. Estos recursos pueden funcionar para adaptarnos mejor (y no querer huir) de lo que ya estamos viviendo:

Visión – Pese a la vertiginosidad es posible diseñar visiones de corto, mediano y largo plazo. Esto hará que por más que los entornos vayan cambiando y hasta quizás nos obliguen a desviarnos, podemos mantener presente esa visión interna superadora, y conectarla con un propósito mayor, algo que le de sentido más allá de los cambios en los que estemos inmersos.

Introspección – Como herramienta de superación personal y colectiva, el llamarnos a silencio en ciertos momentos convulsionados, serenar el espíritu y tomar perspectiva pueden ser herramientas potentes para afrontar las tempestades que suelen manifestarse con emociones descontroladas. La introspección nos ayudará a gestionarlas mejor y poder observar antes de reaccionar instintivamente con el enfoque primitivo de pelear o huir en la lucha por la supervivencia.

Conocimiento – Estamos en la era del conocimiento nómade. Si bien en una pequeña porción del mundo falta aún dar pasos contundentes en cuanto a accesibilidad a las herramientas y conectividad, es innegable que a través de la tecnología es posible acceder a un universo de conocimiento prácticamente infinito. Por eso la tendencia es ir desplazándonos de un interés a otro, como “picoteando” en temas diversos, todos basados en el interés genuino por ellos, o a veces en lo que denomino “avidez superficial”: cuando queremos estar sabiendo de todo, y no terminamos por aprehender nada a fondo. Ser nómade es una metáfora más que apropiada: cotidianamente una persona consulta decenas de fuentes de información; hace miles de interacciones -cientos de ellas virtuales- que le despiertan intereses diversos que lo llevan a bucear, por ejemplo en Internet, en un tema que lleva a otro y a otro y a otro. Por lo que las formas tradicionales de conocimiento -profesor/alumno, jefe/empleado- van dando lugar a nuevas integraciones en modelos que, aún los más innovadores, todavía están mutando y desarrollándose. En este caso, algunas herramientas prácticas pueden ser adoptar un estilo propio de conocimiento nómade y saber priorizar lo que es importante versus lo superfluo para cada uno.

Adaptación – ¿Qué tal pensar que somos infantes y nos llevan al preescolar nuevamente, nos dejan unas horas y luego nos regresan a casa? En este proceso de un entorno V.I.C.A. del mundo global es necesario darnos tiempo para la adaptación… aunque la velocidad nos exija que sea bastante rápida. Adaptarse, en este contexto, es convivir con el proceso en el que necesitaremos modificar algunos patrones de comportamiento para que la inserción en los ámbitos con los que convivimos sea menos caótica y conflictiva, tanto para nosotros como para los demás. Como herramientas sugiero la cooperación, la solidaridad y, sobre todo, la empatía, esencial para aprender a ver las cosas en perspectiva y poder colocarme en el lugar del otro cuando corresponda, para ver las cosas desde su mirada, y luego, accionar o decidir desde la mía.

Para concluir, vivir en un mundo V.I.C.A. no significa solamente amigarse con la tecnología, tener flexibilidad para los cambios y apertura frente a lo diferente o disruptivo, si bien estos aspectos son esenciales.

Lo que en verdad hace falta es trabajar más profundamente en uno; auto conocerse; afianzar el desarrollo humano como eje de los negocios en el mundo empresarial -para seguir existiendo-, y crear conexiones valiosas en los distintos niveles en los que nos desenvolvemos. En un contrasentido, es posible que esto nos lleve a estar más selectivos con los vínculos, incluso a alejarnos de personas muy cercanas del pasado, para abrir nuevas puertas hacia otros y, esencialmente, hacia uno mismo, en ese cuadrante de Visión, Introspección, Conocimiento y Adaptación donde se guardan las herramientas. No es necesario meterse en un bunker antinuclear: podemos seguir andando, usando esta caja de recursos.

Daniel Colombo

Facilitador y Máster Coach especializado en CEOs, alta gerencia, profesionales y equipos; comunicador profesional; conferencista internacional; autor de 29 libros.

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Gestores del caos: la habilidad más frecuente en ejecutivos y mandos medios. Por Daniel Colombo

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Por mi trabajo como coach empresarial acompaño a ejecutivos, directivos y equipos en distintos países en el proceso de mejorar sus habilidades de liderazgo, comunicación y en la obtención de resultados para la organización, y que, a su vez, ellos conecten con su máximo nivel de desempeño, logrando el equilibrio entre la vida profesional y personal.

En muchos casos, por mi especialización en alta gerencia y equipos de alto rendimiento, trato con responsables de gestionar el caos. De hecho, a veces bromeamos con que el cargo en tus tarjetas personales debería decir: ¡Gestor del Caos!

Las organizaciones de todo tipo se debaten diariamente en un mundo vertiginoso y en constante transformación. De allí que el rol de administrar situaciones cambiantes minuto a minuto no es para cualquiera: se requieren grandes dosis de excelencia profesional, entendimiento, apertura mental, equilibrio en la gestión emocional y, fundamentalmente, mucha, mucha paciencia.

Es justamente este aspecto, el de la gestión de las emociones, lo que caracteriza a líderes resonantes capaces de transformar el caos en organización efectiva.

Para empezar a entender el concepto de caos te propongo encuadrar la idea: se trata de algo que está confuso y desordenado; que no sigue procesos ni un orden lógico por lo que el clima organizacional a veces está inundado de tensión e incertidumbre. No hay certezas; el rumbo es errático, y las decisiones se suelen tomar por impulso.

Si bien en cualquier empresa es inevitable una dosis de caos, el vivir permanentemente inmersos en este estado de las cosas desgasta a las personas y no permite un funcionamiento óptimo.

  • Gestionar el caos

La solución al problema es aprender a convivir con el caos, y a gestionarlo progresivamente. Se trata de transformar paso a paso lo que llamamos cultura organizacional.

La cultura es el conjunto de símbolos, vínculos, experiencias, formas de pensar, sentir, decir y hacer que tiene una organización de cualquier tipo. ¡Imagina entonces lo que sucede frente al caos en la empresa, y en las emociones de los colaboradores!

Por ejemplo, en empresas que no cuentan con procesos para cada área, el problema frecuente donde irrumpe el desorden no sólo abarca lo administrativo, sino algo más básico y fundamental como son los vínculos interdepartamentales. Hay equipos que no se hablan, no comparten información; los responsables están desconectados y usualmente se genera mucha desconfianza y acusaciones cruzadas.

Desde otra perspectiva, la económico-financiera, indispensable para subsistir y seguir operando, una empresa o negocio caótico pierde mucho dinero, además de tiempo, ya que las fugas de energía son de doble vía: en aspectos tangibles como las entradas, salidas de flujos de caja y las inconsistencias en los aspectos operativos; y también en las relaciones del talento humano: desgaste permanente, tensión, falta de colaboración, baja energía, cero espíritu colaborativo.

Para implementarlo con efectividad, recomiendo que se designe un equipo especial, ‘de elite’, con la fortaleza interna y las habilidades de management necesarias para liderar el proceso. Un aspecto fundamental: hay que dotarlo de los recursos humanos, la tecnología y, sobre todo, el poder de decisión acorde a la enorme tarea que van a realizar.

  • Fuerzas y contrafuerzas

Las personas responsables de gestionar el caos en las empresas saben que el proceso incluye un balance de fuerzas y contrafuerzas.

Llamamos “fuerzas” a todas las acciones y necesidades concretas a implementar para ordenar el caos.

A las fuerzas se opondrán “contrafuerzas”, representadas por aquellos aspectos de la vieja cultura a transformar; aquí aparecerán trabas y dilaciones de todo tipo, personas quejosas y quedadas en el tiempo, “aquí esto se hizo siempre así y no va a cambiar” y todos los demás ‘no’ que buscarán interponerse en el camino del cambio.

Desde un punto de vista asertivo es necesario tomar en consideración estas variables, equilibrarlas lo mejor posible, no rendirse y aprender a generar entornos de confianza con los que levantan su bandera de contrafuerzas para poder utilizar esa misma energía y convertirla en un dínamo transformador.

Recordemos que todo cambio produce en las personas miedo, incertidumbre y horizontes inciertos hasta que los primeros resultados empiezan a verse en forma tangible y concreta. Para esto pueden pasar varios meses o años. Vale la pena encarar el proceso.

  • Ordenando el caos

Para empezar a ordenar una organización de cualquier tipo es necesario empezar a despejar el estado interno de confusión progresivamente. Aquí, algunas formas de lograrlo en el mediano plazo:

  1. Diseño organizacional y estructural: un buen punto de partida es redefinir los roles, volcarlos en un organigrama operativo claro y conciso; detectar tareas duplicadas; verificar si los recursos humanos están en el lugar apropiado para su mejor desempeño; y encarar los cambios que sean necesarios. Se trata de ser arquitectos para construir nuevos cimientos y, desde allí, proyectar el futuro.
  1. Contar con información confiable. Un alto porcentaje de incidencia en el caos reinante es la falta de datos conciliados y de información que permita tomar mejores decisiones. Será necesario trabajar con las áreas que corresponda para que empiecen a producir información fiable para que los líderes de cada sector puedan empezar a cruzarla, mejorarla y convertirla en indicadores de funcionamiento, rentabilidad y resultados cada vez más precisos. Sin indicadores certeros no será factible gestionar el caos; mucho menos proyectar futuro.
  1. Aprender a delegar tareas y distribuir mejor la carga operativa. En medio del caos es posible que las personas con mayor habilidad y dedicación estén sobre cargadas, mientras que las demás, de un desempeño en el nivel estándar a moderado, quizás estén haciendo menos de lo esperable. Ecualizar apropiadamente este desequilibrio ayudará a enderezar esa parte del barco.
  1. Desarrollar el espíritu del equipo. En organizaciones desordenadas el trabajo en conjunto suele ser una utopía, porque las personas van, hacen lo mínimo indispensable y lo que más anhelan es salir de ese ambiente tóxico. La transformación empresarial necesitará abarcar un programa de entrenamiento permanente para que los equipos se fortalezcan desde adentro, para que, en algunos meses, empiecen a manifestar por fuera ese logro de concordancia interna asociado luego a las metas a cumplir. El coaching empresarial implementado por un profesional con al menos diez años de trayectoria probada puede ser altamente efectivo para acompañar el proceso.
  1. Trazar planes viables y fijar plazos. Otro problema de la gestión del caos en organizaciones es que no hay plan: se mueven en forma reactiva a medida que se presentan las situaciones. Esto, obviamente, suma más descontrol. La propuesta es que el líder máximo de la empresa encare este proceso de planificación estratégica global general, y que cada responsable de áreas lo baje al nivel de sus equipos. Luego, comunicarlo en forma clara y asertiva a todos los niveles de la organización. Sugiero la contratación de consultores externos para la fase de implementación, seguimiento y medición de resultados; asesores que tendrán como misión entrenar a cada talento humano en hacerse responsable de su parte y cooperar con el resto. De esta forma empieza a co-crear un círculo virtuoso paso a paso.

Con un plan certero, estrategia y paciencia se logrará en un proceso continuo eso que parecía tan complejo y desafiante al comienzo: gestionar el caos y conducir a la empresa, negocio y organización de cualquier tipo y tamaño a un futuro de mayor organización, logros y objetivos. Se reavivará el espíritu de equipo y colaboración entre las áreas, y se obtendrá el necesario rédito en los resultados económicos, fundamental para garantizar la sustentabilidad del negocio.

Daniel Colombo

Facilitador y Máster Coach especializado en CEOs, alta gerencia, profesionales y equipos; comunicador profesional; conferencista internacional; autor de 29 libros.

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