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La caída de un ícono socialista está creando conmoción desde Buenos Aires hasta Washington y también enfrentamientos entre distintos gobiernos latinoamericanos.
México, que recientemente se había comprometido a mantenerse al margen de los asuntos de otros países, se involucró en la crisis de Bolivia al otorgar asilo al expresidente Evo Morales. El presidente electo de argentina, Alberto Fernández, se unió al apoyo de México diciendo que Morales había sido víctima de un golpe de Estado. Como era de esperar, Venezuela y Cuba han criticado el trato que se le ha dado.
Pero Brasil y Colombia, aliados de Estados Unidos, han sido cautelosos ya que el presidente Donald Trump afirmó que la partida de Morales fortalecía la democracia en la región y su gobierno reconoció a la autodenominada sucesora, la senadora Jeanine Añez. Luis Almagro, secretario general de la Organización de Estados Americanos, dijo que Morales era culpable, por tratar de aferrarse al poder mediante fraude electoral.
Las reacciones reflejan diferencias a un nivel más amplio entre líderes socialistas y conservadores en una región donde el ejército ocasionalmente ha desempeñado un rol importante. Esto significa que hay poco interés en encontrar una respuesta unificada para su vecino, incluso cuando Bolivia sigue bajo el yugo de la violencia y aún no se divisa un camino claro hacia nuevas elecciones.
Algunas naciones simplemente están preocupadas por sus propios problemas. Las protestas masivas han empeorado en Chile, donde el presidente, Sebastián Piñera, ha tenido que enfrentarse a semanas de disturbios.
“Básicamente, todos los países están utilizando la crisis para movilizar su base”, dijo Oliver Stuenkel, profesor de relaciones internacionales en Fundacao Getulio Vargas en Sao Paulo. “Los gobiernos de izquierda dicen que es un golpe de Estado, los gobiernos de derecha dicen que es una victoria de la democracia, por lo que básicamente no hay liderazgo”.
La salida de Morales ha permitido a México adoptar una postura que distancia al país de Trump. Lo que se considera es que Bolivia no representa un tema de alta política para la Casa Blanca en este momento y que una política exterior más asertiva elevará el estatus de México en la región.
“La buena relación con Estados Unidos no debe basarse en la sumisión, sino en el respeto, en la coexistencia de dos ideas distintas, en muchos casos”, dijo Marcelo Ebrard, secretario de Relaciones Exteriores que es percibido como probable candidato a la presidencia en 2024.
México tiene una larga tradición de otorgar asilo a líderes extranjeros, desde León Trotsky hasta el Shah de Irán. Justificó la decisión porque la vida de Morales estaba en riesgo, incluso cuando Morales utilizó su condición de refugiado como plataforma para atacar a sus rivales en casa. “Mientras esté vivo, la lucha continúa”, dijo Morales en el aeropuerto de Ciudad de México, minutos después de aterrizar.
La medida es también una potencial herramienta de distracción del presidente, Andrés Manuel López Obrador, frente a los problemas domésticos y podría funcionar con su base, que incluye un grupo fuertemente izquierdista. Si bien su popularidad sigue siendo alta, se ha visto afectada por la incapacidad de controlar las violentas bandas de narcotraficantes que abundan en grandes zonas del país.
“Esto también ayuda a Ebrard a posicionarse como líder regional y mejora su posición dentro de su partido”, dijo Daniel Kerner, director gerente del Grupo Eurasia para América Latina.
Dicho esto, dar refugio a Morales ha recibido algunas críticas a nivel nacional. El asilo debería haber sido solicitado por él, no ofrecido por el gobierno, dijo Andrés Rozental, antiguo vicesecretario de Relaciones Exteriores de México.
El asilo es otorgado “por aquellos que son perseguidos políticamente, no por políticos que se burlan de la democracia constitucional de su país, obligan una reelección y cometen fraude electoral”, dijo Rozental. La Secretaría de Relaciones Exteriores no respondió a una solicitud de comentarios.
Cambios en Argentina
Entretanto, Fernández, quien asume la presidencia en Argentina el 10 de diciembre, criticó la declaración anti-Morales de Trump, diciendo que la política exterior de EE.UU. había retrocedido en apoyo de intervenciones militares. Esto podría dificultar el camino justo al principio de una relación bilateral que es clave para el éxito económico de Argentina.
Una vez que Fernández asuma el cargo, tendrá que negociar la línea crediticia de US$56.000 millones de Argentina con el Fondo Monetario Internacional, con sede en Washington. El gobierno de EE.UU. es el mayor financista del FMI.
Un portavoz del Departamento de Estado de EE.UU. dijo que si bien las dos naciones difieren en la caracterización de los eventos en Bolivia, todas las democracias deben apoyar los principios fundamentales en todo el continente americano, incluido el Estado de derecho.
Fernández también se podría enfrentar a acusaciones de que está tratando de usar a Bolivia para distraer de dudas nacionales sobre cuándo implementará sus políticas económicas. Un funcionario cercano a él describió el enfoque del líder entrante sobre Bolivia como algo natural dada la magnitud de la crisis allí.
Algunos analistas señalaron que Fernández es parte de un movimiento político de larga data, el peronismo, que históricamente creía que criticar a una nación por un tema no debería afectar lazos más amplios.
“No se dan cuenta de que lo que sucede en un tema tiene un efecto en otro”, dijo Juan Negri, profesor de ciencias políticas en la Universidad Torcuato Di Tella de Buenos Aires. “Estados Unidos no funciona así: ese poder es fungible y todos estos problemas están interconectados, Estados Unidos lo ve como una relación completa”.
Brasilia observa
En Brasil, la economía más grande de la región, la administración de derecha, liderada por Jair Bolsonaro, observa de cerca la relación entre México y el gobierno argentino entrante en Argentina. Tanto Bolsonaro como Fernández no han ocultado sus diferencias ideológicas y Bolivia podría convertirse en otro punto de conflicto. Brasil reconoció rápidamente a Añez como presidenta de Bolivia.
En Brasilia, funcionarios advierten que la dirección de la política exterior de Fernández podría tener consecuencias económicas para un país cuyo principal socio comercial es Brasil. Entretanto, el papel más activo de México es una medida de “atención mediática” en medio de problemas internos de López Obrador, dijo una persona.
Venezuela, dijo la persona, seguirá siendo la piedra angular de las diferencias políticas en la región.
Luego está la cuestión de Bolivia en sí. Si la oposición logra mantener el poder, podría alinearse más cerca de EE.UU. y alejarse de amigos tradicionalmente izquierdistas.
Algo similar podría suceder en Uruguay, donde algunas encuestas ubican al candidato de centro derecha Luis Lacalle Pou como líder en la segunda vuelta del 24 de noviembre que, de confirmarse, pondría fin a los 15 años de gobierno izquierdista de Frente Amplio.
Bloomberg
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